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Por Mariel Dellarossa1

He nacido en la ciudad de Córdoba y si bien a los cuatros años me fui a vivir a Rio Tercero, Córdoba fue parte de mi idas y venidas ya sea por familiares o por estudio, luego se fueron mis hijos a estudiar, hasta que hace 4 años por trabajo y persiguiendo un sueño me volví a radicar. Cuando vi la consigna del trabajo pensé en una frase que comento la profe Alicia Servetto en una clase de Historia 3 donde decía que Córdoba posee dos caras, Córdoba de la cara tradicional ligada a lo eclesiástico y de linaje de doble apellido y la otra cara la revolucionaria y combativala que había erigido historiamuchas veces, marcando, defendiendo y haciendo surgir derechos, a lo que yo le sumaría otra Córdoba, la que muchos sueñan entre ellos yo.

¿Cómo sería? una Córdoba verdaderamente inclusiva, una Córdoba donde no haya barrios denominados zonas rojas y peligrosos por un lado y barrios cerrados y privados por el otro; esa distribución geográfica habla de nuestro aislamiento como sociedad, habla de exclusión, habla de un nosotros y los otros como algo que convive allá afuera, que no nos pertenece, y por eso creo que muchas veces la gente no se involucra; porque no conoce al otro, porque no han recorrido barrios con pozos negros, con basurales a los cuales los vecinos se acercan a ver qué pueden encontrar para comer, porque no han entrado a hogares en donde lo único que les calienta el cuerpo es un mate, porque el techo es de chapa y el piso de tierra, porque les toca dormir en el piso, en la calle, a la intemperie, con frío, calor o lluvia. La Córdoba que sueño nada se le parece a ésta, me gustaría caminar por barrios con cloacas, con instalaciones de gas y de luz seguras y accesibles; me gustaría que la gente si tiene un problema de salud, sea asistida en el hospital o dispensario sin una demora de 2 meses, y que cuando vaya no tenga que esperar horas para que lo atiendan y hasta quizá tener que volverse a su casa porque la burocracia institucional le dijo que le faltaba un papel, un requisito para merecer ser atendido.

Sueño con una Córdoba donde los pibes y pibas con gorritas lleguen al Buen Pastor o al Patio Olmos sin que sean interceptados antes por la policía, quien decide mandarlos de nuevo a su barrio, como si la urbe de la ciudad no les perteneciera, sueño con que estos adolescentes no salgan a la calle temiendo que puedan culparlos de algo, por pasear, para otros, por merodear.

<>Sueño con mujeres que no sean golpeadas, con varones capaces de replantearse su masculinidad, con profesionales capacitados en género, con políticas sociales con perspectiva de género, sueño con que ninguna mujer tenga miedo a caminar por la calle, sueño con mujeres libres.

Sueño con que existan puestos de trabajos para todos y todas, puestos en donde los requisitos sean tener ganas y responsabilidad, en donde te permitan crecer, capacitarte, relacionarte con otros. Sueño con una Córdoba en donde a aquel que no encontró una solución a sus problemáticas se le tienda una mano, pero sobre todo para el cual existan políticas sociales que garanticen sus derechos.

Sueño caminar por la ciudad y no ver gente durmiendo en la calle, ni niños y niñas que tienen que acompañar a sus padres o madres a trabajar de noche o a ofrecer estampitas en los bares. Sueño que estos niñas y niñas crezcan en ambientes sanos, con amor, lejos de conductas violentas y abusivas; sueño con casas calentitas y zapatillas sanas que les permitan correr, saltar, jugar, ir a la plaza, a la escuela. Sueño con que tengan acceso al transporte público, con que el colectivo pase por su barrio, por un esquina cercana y no que tengan que caminar horas, solos, entre hermanos o acompañados por un adulto, pero horas; porque eso es muchas veces lo que influye en su ausencia a las clases escolares. Sueño con aulas llenas de gente, repletas de bancos y afiches con mensajes que fomenten los valores, la solidaridad, el compañerismo, la empatía. Sueño con alumnos llenos de dudas y ganas de aprender y no preocupados por lo que pasa en sus casas, sueño con docentes comprometidos con su trabajo y valorados por el mismo. Sueño con patios llenos de niños y niñas compartiendo juegos, anécdotas, sin discriminaciones y sin bullying.

Córdoba con una sola cara o con la cara de cada ciudadano que la habita, sueño con una ciudad unida, capaz de entender que existen otras realidades, sueño con instituciones y cargos ocupados por personas capacitadas para entender y atender al otro, sin juzgar, sin caer en la rutinización, teniendo en cuenta que cada situación y persona es única, que merece ser respetada y abordada como tal a través políticas públicas y sociales que sean integrales e inclusivas.

 

1 Estudiante de la carrera de Licenciatura en Sociologìa de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC

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