¿Cómo se experimenta el último año desde el confinamiento?

Volver a Jóvenes en cuarentena

Por Micaela Ailén Arnaudo*

 

La mayoría de los jóvenes esperan con ansias la llegada de su último año del secundario, ese cierre de ciclo, ese “porvenir brillante” que los acerca o aleja del ideal que se plantearon de niños. Pero, ¿cómo crear los mejores recuerdos de su vida cuando se encuentran atravesados por una pandemia mundial? ¿Cómo presentar su promoción, su marca de identidad como grupo e institución, con orgullo, después del sacrificio y discusiones que acarreó su creación? (Porque hay que ser honesto, organizar a 35 personas para que decidan sobre un diseño que todos deben usar, con la multiplicidad de opiniones y gustos, no es tarea sencilla). ¿Cómo aprender y comprender aquello considerado mínimo e indispensable cuando los medios o herramientas no son equitativas o existentes dentro del hogar? ¿Cómo planificar la celebración que simboliza el cierre de las transformaciones identitarias, de formación de carácter y que protagonizaron el día a día de esos jóvenes cuando la incertidumbre y el desasosiego son emociones de todos los días?

Hablando con mi amiga Chiara, poco después de que se declara el aislamiento social, obligatorio y preventivo en el país, le pregunté cómo se sentía y cómo estaba viviendo su último año del secundario en esta situación de emergencia global. Ella, confiada y abierta, me compartió todo los pensamientos y emociones negativas que le inspiraban el estar encerrada, haciendo tareas y trabajos del colegio que no comprendía, por falta de explicación o profundización, en el año que según sus palabras “iba a ser la gloria”.

Chiara, al igual que Facundo, se encuentran cursando su último año del secundario de una manera muy particular y estresante, para lo que estaban acostumbrados. Ambos experimentan aquello que denominaría, dos versiones de la misma realidad haciendo alusión al tan conocido: dos caras de la misma moneda. Chiara, asiste a un colegio público de la provincia, en donde las medidas implementadas para continuar con el ciclo lectivo y su aprendizaje consiste en “clases virtuales, subir la tareas y apuntes PDF a Facebook con fecha de entrega y el correo del profesor. No recibo ayuda para realizarlas, ni tampoco aprendo de esa manera”; toda esta nueva situación significó un gran desafío para ella y el tener que adaptarse a no ver o tener contacto directo con parte de su familia y amistades, no poder aprender y sacarse dudas, a causa de la cuarentena, desarrolla en ella angustia, preocupación y aburrimiento.

Facundo, por otra parte, asiste a un colegio privado ubicado en el centro de la Ciudad, que desde antes de la pandemia ya contaba con un campus virtual, en el cual, cuando todo esto comenzó, decidieron ir subiendo archivos y PDF’s con videos explicativos, agregando después de la extensión de la cuarentena, videollamadas o “teleconferencias”, incorporando más herramientas y medios para el aprendizaje, buscando romper la brecha espacio-temporal e incentivar a los estudiantes a seguir aprendiendo. En palabras de Facundo: “El mayor desafío es que me tuve que acostumbrar al nuevo ritmo que me demanda el estudio y a esta nueva metodología de hacer todo por internet”.

Todos sus planes se encuentran detenidos, su forma de aprender se halla dificultada o problematizada debido a las situaciones o herramientas que tanto los profesores como el gobierno dan por hecho, suponiendo que todos tienen el mismo acceso a la información, tecnologías o conexiones necesarias, mientras que sus experiencias y relatos nos muestran lo contrario. Tanto Chiara como Facundo tienen un hermano/a pequeño/a, una sola computadora con acceso a internet, que deben compartir para que todos puedan hacer lo que le corresponde en ese día determinado, debiendo recurrir, en ocasiones, a su teléfono celular para poder completar o entregar lo solicitado antes de la fecha límite, porque sus padres, a la vez, la necesitan para continuar con su trabajo desde el hogar. Las inquietudes o dudas que pueden surgir a medida que realizan una actividad, consiste en hacer una pregunta en un foro o por vía mail, que capaz no es respondida, y los lleva a anhelar ese contacto directo dentro de un aula, donde levantando una mano y preguntando, todo se simplificaba.

Ambos expresaron de manera similar que toda esta situación les generaba incertidumbre y temor con respecto al futuro y el cómo se seguirá adelante luego de que todo esto finalice. Fue a partir de allí que el interrogante más grande surgió para mí: ¿cómo es que dos chicos terminando su último año del secundario, pasan de preocuparse acerca de su presentación, su cena de egresados o su posible viaje, a sentir inquietud e intranquilidad al no saber qué puede llegar a suceder después? La reconfiguración de los espacios, del contacto, del día a día, han llevado a la complejización y replanteamiento de la vida en sociedad en sí, ¿a qué llamaremos normalidad cuando todo esto acabe? ¿Cuál será la forma más efectiva de aprendizaje? ¿Cómo se catalogarán las nuevas formas de conocer y adquirir conocimientos? ¿Qué será lo que quedará en ellos, de lo aprendido y vivido en su último año, que no sea preocupación, complicaciones, un aprendizaje limitado y todos sus anhelos truncados?

Mayo de 2020

 

*Estudiante de las Licenciaturas en Ciencia Política y Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Ayudante alumna en el proyecto de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares despliegan en contextos y tiempos de restricciones”.