En un lugar donde “nunca pasa nada”

Volver a Jóvenes en cuarentena

 

 

Por Aldana Zahira L. Ulloa*

Cuando volví de Córdoba (donde estudio) pensé; “Bueno, en Chos Malal va a estar todo más tranquilo, nunca se hace nada allá si no hay nada para hacer. La pandemia y la cuarentena no va a cambiar mucho”. Claramente pensando desde mi mirada y mi realidad.

Vivo en una ciudad pequeña llamada Chos Malal, ubicada al Norte de la provincia de Neuquén. Alrededor de Chos Malal encontramos pueblos más pequeños y parajes pequeños. Chos Malal es lindo, no es muy grande, pero lindo y con posibilidades de estudiar una carrera universitaria sin tener que irse demasiado lejos de casa.

Cuando mi hermana arrancó con las clases, con las reuniones, con las anécdotas de sus estudiantes, no pude ignorar que es lo que está pasando, no podemos no reconocer las otras realidades que suceden mientras nosotras estamos bien. Tenemos internet en casa, a veces se corta por el viento, pero por lo general anda bien, tenemos dos computadoras que usamos para nuestras tareas. Nos manejamos… Pero para otrxs es más complicado.

“Se me rompió la computadora y me desgané”

Nos contaba mi hermana de un mensaje que le mandó uno de sus alumnos. Ella, Cindy, mi hermana, es profesora en el Instituto de Formación Docente (IFD) N°2. En cuanto arrancó el aislamiento social, preventivo y obligatorio a causa de la pandemia que acecha el mundo, el COVID-19, todo el equipo docente y directivo sabía muy bien que el año lectivo iba a ser un caos. Es profesora de la materia Práctica Docente en 4 año de la carrera de Profesorado de Biología. Esta materia, en un contexto normal está enfocada en las prácticas de lxs alumnxs en las aulas. Pero el aislamiento y este contexto claramente “no normal” dificulta la experiencia de las residencias.

Como educadora busca los medios, busca la forma de seguir en contacto, busca soluciones, que por lo general no se encuentran porque nadie le dio, ni a ella ni a nadie, un manual sobre cómo educar en pandemia. Pero se intenta. Y los mensajes le siguen llegando.

“Hoy (29/04) escribió una chica de un paraje que hace 4 o 5 días que internet no le funciona. Cuando va a comprar al pueblo de Andacollo es el momento que ella aprovecha para conectarse y enviar los trabajos. Andacollo le queda a media hora de viaje y busca internet de la escuela o de los supermercados. Ahora se le complicó más porque en Andacollo pusieron salidas por numeración de documentos, y tiene que esperar su numeración para poder ir. Me dijo que los trabajos los tiene hecho, los realiza pero que no puede subirlos a la plataforma. Se habían pensado en contactar a los municipio para facilitar la cursada de alguna forma, pero es complicado”.

Complicado porque nadie estaba preparado para esto, porque nadie sabía en cómo íbamos a tener que actuar en una pandemia. Nadie pensaría que los problemas también llegan a un lugar tan lejos en los que “nunca pasa nada”.

En estos momentos en los que podemos mirar más y percibir más las cosas que pasan a nuestro alrededor ,observamos como no es tan fácil hacer la mirada para un costado cuando la realidad que tenemos enfrente no nos gusta o incomoda. También surgen los pensamientos (ya sea propios o escuchados) de proclamar soluciones en los que se dan por supuesto que todos tienen las mismas accesibilidades a internet o un aparato de donde conectarse, o incluso, señal móvil. La realidad de los problemas de accesibilidad geograficas,en el norte neuquino es algo que existe y que existió, la accesibilidad virtual es algo que perjudica hoy.

Como mencione antes, la mayoría de lxs estudiantes que tiene mi hermana en la materia en la que ejerce su docencia, son de otras localidades , pero muchxs optan por vivir en Chos Malal mientras dure su carrera o simplemente viajan todos los días para poder garantizar el cursado.

“Los chicos están mal, están mal porque creen que este es un año perdido y eso los atraviesa porque, ¿qué hacen si se les alarga la cursada? por ejemplo los que vienen de otro lado, ¿qué hacen?.
Hay algunos que venían solamente a cursar, el pensar que tengan un año más de carrera. Y que tengan que hacer un año más lo que venían haciendo desde que arrancaron la carrera, por ejemplo: Un alumno salía de trabajar y se venía de las ovejas a cursar, que son una hora y media para venir y otra hora y media para volver. Tres horas de viaje todos los días!!!

La Tami (alumna del ifd) iba y venía de los miches, pasaba a buscar a Matías por Andacollo y se venían, de lunes a viernes hacían 80 km de ida y 80 km de vuelta solo para garantizar su cursada y no pagar un alquiler acá. Hay que tener en cuenta que es Zona de nevadas, a veces se iban muy tarde con lluvia y nieve, es una ruta peligrosa de muchas curvas. Obviamente el pensar todo el tiempo que este es un año perdido los atraviesa y los choca”.

Con cada mensaje, cada pensamiento, cada rutina desacomodada para volver a acomodar al otro día, cada reunión con profesorxs y directivxs, cada corrección de trabajos, es inevitable el desgano, el pensar cuando se termina esto, el querer que las cosas sean más fáciles. Pero también aparecen las alternativas, las opciones, las estrategias que se pueden ir encontrando a medida que vamos volviendo más cotidiano esto que en un primer momento parecía ser un tornado que nos rompía todas las estructuras y costumbres.
Al menos dos veces a la semana mí hermana tiene videollamadas con profesores y directores, están buscando la forma de cómo lograr que los pibes de 4to no tengan que hacer un año más para poder ingresar a las aulas y hacer su residencia para terminar la carrera de la mejor manera posible. ¿De qué manera pueden llegar a conseguir poder habitar el espacio público? ese del que estamos tan alejados ahora y que tanto extrañamos.

Cuando le pedí más información sobre lo que ella y sus alumnxs están atravesando en este contexto para poder escribir esta crónica, ella tenía mucho para contar, desde la mirada docente y la mirada más fuerte que acompaña a la docencia, que es la de preocuparse por el saber que adquieren sus alumnxs. En esa charla me contó también:

“Los de las coloradas (a 327 km de Chos Malal) suben cerros para poder descargar los trabajos y después los suben de nuevo para enviármelos. La mayoría van a los lugares donde la municipalidad les proporciona internet abierta a determinados horarios, esto implica ir en contra de las medidas de aislamiento previstas.

Les cuesta apropiarse de los recursos del aula virtual. Incluso a nosotros nos cuesta, antes no se hacía, nunca usamos las aulas virtuales, no sabemos cómo hacerlo. Es también una búsqueda de estrategias entre colegas y de aprendizaje paso a paso.”

Trato de pensar mi perspectiva como estudiante de una carrera universitaria y me doy cuenta que también surgen preguntas que podrían acompañar estas dudas que plantea mi hermana desde el otro lado, desde el lado del alumnado. Cómo seguir manteniendo energías, tratar de no caer en el desgano de un día más de cursada sin habitar el espacio público, sin ver a nuestrxs compañerxs, sin el encuentro cara a cara que es tan rico en el proceso de aprendizaje. Pero hay cosas que van más allá de eso, hay realidades que rompen un parámetro tan simple como el “no quiero seguir la carrera porque no me sirve, no estoy aprendiendo”.

“Se me rompió la computadora y me desgane” Cindy comentaba: “Un chico me escribió y me dijo que no había respondido porque decidido no seguir este año. Desde mi lugar intente hablarle y motivar para que no abandone y preguntarle los motivos. Es de las ovejas (pueblo a 96,3 km de Chosma), debe salir a la plaza a conectarse y además se le rompió la computadora, el único medio que tenía para seguir la cursada. -Se me rompió la computadora y me desgané- me dijo en el mensaje.”

Recibo trabajo escritos a mano, en foto. Hay varios chicos que no tienen computadora, acá usaban las del IFD, en sus casas no tiene otra forma.

Le di esa opción también para que este chico lo haga. Me dijo que lo iba a pensar porque tenía que dejar descargando toda una noche el Word con la actividad en su celu ya que internet es muy mala.
Hablo este tema con una coordinadora de la carrera, buscando manera de ayudarlo ya que el manifestaba que no era que no quería seguirla porque sí, sino porque no tiene los recursos pero sí que seguía interesando la carrera.
Ayer (28/04) me envió el trabajo desde el celular por Word, también informó que mandó a arreglar la compu y en una semana se la tendrían. El interés por la carrera se vio reflejada en eso más allá de las imposibilidades…. Y nada, retomo la carrera”.

Me encontré pensando muchísimo con respecto a todo esto. Principalmente en como toda la frustración nuestra como alumnxs nos lleva a no darnos cuenta de las estrategias, de los pensamientos, dudas y angustias que transitan lxs profesorxs en estos tiempos. También pensé en la cantidad de comodidades que tengo; a veces me ceban mate mientras estoy en clases por meet, se preocupan en hacer silencio y en que el internet llegue bien a mi habitación, también en que pueda acceder a los apuntes en formato papel y no en pdf ya que mi vista no es la mejor. Sin embargo a veces también me encuentro quejándome o pensando en dejar una materia u otra. Pero al escuchar a mi hermana y escuchar lo que viven día a día muchxs de sus alumnxs, me hace pensar en lo fuerte que son sus ganas de estudiar, en cómo consiguen atravesar todos sus obstáculos, en cómo buscan los medios con tal de no perder un año de facultad y en cómo dejan de lado su comodidad, y hasta su salud (al salir de casa para buscar señal y romper la cuarentena) solo por su aprendizaje.

Por último también pensé en este rinconcito de la Patagonia, en el que muchos dicen que nunca pasa nada. Pero pasan, pasan historias, desafíos, aprendizajes, visibilidades e invisibilidades. Pasan muchas cosas.

*Estudiante de tercer año de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Ayudante de alumna del proyecto de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares despliegan en contextos y tiempos de restricciones”.

Mayo de 2020