Juventudes emergentes/en emergencia

Volver a Jóvenes en cuarentena

 

Por Nicolás Giménez Venezia*

El fin de año suele ser el momento en el que en las instituciones/espacios intentamos hacer todo lo que quedó pendiente, llega diciembre y nos convertimos en calabaza. En esa estrechez, a fines del 2019, participé de un espacio de intercambio, un taller solicitado por adultxs que trabajan con jóvenes en la ciudad de Córdoba. El tema: los rasgos que adquiere el ser joven hoy. Pienso en el defasaje entre el “hoy”, y el “hoy” de noviembre, ¿es desfasaje o un escenario similar pero más complejo? Mmmm. Volvamos al taller, les propuse una consigna, un juego. Cerrar los ojos, anticipando que iba a proponerles una palabra y tenían que compartir una asociación, lo primero que se venga en mente. Mirando oscuridad, les llegó la palabra. Va: Jóvenes. Sii, las respuestas fueron obvias, tan obvias que cobraba sentido la puesta en común. Debo aclarar que no fueron en un sentido unánime, pero sí gráficamente mayoritario. Aunque las palabras fueron planteadas con la mejor buena intención y preocupación, las respuestas, fueron comunes. conocidas, y ligadas a: consumos problemáticos, peligrosidad y delincuencia, embarazos no planificados, como “desertorxs” de los espacios educativos, como personas dentro de la población económicamente activa pero sin productividad, apatía mediante, ejemplo claro de ello es el desarrollo de la categoría de jóvenes NI-NI (1), entre otros. Nos enfrentamos a un escenario binario que identifica a lxs jóvenes desde un dualismo valorativo: ser, en su presencia como actorxs, artífices y productorxs de los problemas sociales contemporáneos, y responsables – de manera individual – de las soluciones a los mismos.

Discursos y prácticas, estereotipos signados por desigualdades y la difusión de ideas ligadas al individualismo, el mérito y los consumos que atraviesan la constitución de las formas de ser joven. Desigualdades, viejas, nuevas, desigualdades que en emergencias nos golpean la puerta. Las vidas, desde la necesidad de trascender este binarismo, las historias de lxs jóvenes nacen, ascienden, emergen dice Mariana Chaves (2012) (2) en las márgenes de los diarios, de las noticias, de las placas, de las publicaciones, de las ciudades, de los barrios. A propósito, y en los oídos de quien quiere oírlos cantaría Ismael Serrano, el mundo mira con atención el proceso social iniciado en Minneapolis con George Floyd. Una clara y cruda escena del racismo, violencia y un Estado que en su despliegue – al igual que otras experiencias en el continente -, con porras y discurso oficial ha incentivado manifestaciones de odio. Lo que sucede en EEUU está en el cotidiano de los medios y redes, ha adquirido trascendencia pública. Con la angustia de que el repudio a esa situación no sea suficiente, también pienso en nuestro país, en nuestros territorios, donde otras desigualdades y manifestaciones de odio necesitan de nuestra mirada y toma de posición pública: barrios/localidades del interior y la doctrina Chocobar, el pico de feminicidios y denuncias, los crímenes homo/lesbo/trans odiantes, el Chaco y la violencia institucional con comunidades originarias en la localidad de Fontana, lo ocurrido en Villa Mercedes. Mientras ponemos mensajes con hashtag en inglés repudiando el horror a miles de km, a metros nos invaden los horrores locales, ¿Los viste?. Hasta yo los veo, y eso que uso lentes.

En todos los casos hay un factor común: las otredades son “peligrosas”, y la respuesta, la aniquilación. En oportunidad del Covid 19, parece que se invierte la condición: frente a una respuesta social de cuidado colectivo para evitar los contagios, el virus odiante de la violencia a razones biologicistas/culturales parece gozar de inmunidad y estar primero en los rankings de brotes. Propongo que le enviemos al Presidente esto para que lo ponga en las filminas (de las que comparte los días en las que nos informa como sigue la situación en el país y las definiciones). Así quizás no pase desapercibido. Tal vez verlo en mapas nos ayude a ir ajustando la mirada. Por eso les propongo que veamos el mapa de Córdoba con detalle de los departamentos que muestra una zona marcada con color rojo. Sii, si tuviéramos que ver en un mapa cómo se distribuyen los casos de Convid 19, Sierras Chicas (en el Dpto Colón) sería referenciado con una gran mancha roja. Aunque se cuentan días sin nuevos casos, para fines de abril y principio de mayo las estadísticas oficiales, daban cuenta de que más del 60% de los casos de Córdoba se registran en Capital y sierras Chicas.

Entre pases de fases, definiciones nacionales y de los COE (Centros de Operaciones de Emergencia) provincial y municipales, lo cotidiano cambia permanentemente. La convivencia, trabajar, estudiar, participar, recrearnos. Del análisis preliminar de las encuestas a jóvenes de 14 a 22 años de Córdoba y Gran Córdoba realizadas por el equipo de Juventudes de la FCS dirigido por Patricia Acevedo se observa que de la muestra 86.8% convive con familia la nuclear, el 9.1% con familia extendida, 0..7% solxs, 0.7% con amigxs, y el 2.7% en otro tipo de convivencias. Los acuerdos de convivencia para el respeto de la intimidad/momentos/formas, y la articulación de diferentes actividades como lo son el estudio o el trabajo, muchas veces en espacios compartidos, se dispone como un importante desafío en estos tiempos. 42.191, según censo del 2010, son lxs jóvenes de entre 14 y 24 años en el departamento Colón, en vigilancia que el crecimiento poblacional es exponencial, con variaciones en las ciudades que van entre un 15% y un 40% en los últimos diez años. Más de 42.191 con realidades muy diversas. Desigualdades, decíamos, viejas, nuevas, desigualdades que en emergencias nos golpean la puerta, profundizadas en casos, que provocan movimientos en otras. Pero, desigualdades al fin.

Una joven abre sus redes sociales, en el muro:
“La juventud está perdida”.
“Son todos vagos”.
“No lo consigue porque no se esforzó”

Simona tiene 16 años. Vive en Bº Polinesia, de Villa Allende. Hace la escuela en el PIT de la misma ciudad. A la mañana se levanta, se toma unos mates mientras limpia, comparte el almuerzo y hace las tareas del colegio. Le gustan las clases de educación física y pasar momentos familiares. Cursar desde su casa no es tan difícil, ya que les dan bastante tiempo para entregar trabajos. Sus profes están disponibles para hacerles consultas, y tiene preceptorxs que califica como “excelentes”, atentxs a lo que les pasa. Cuando termina se pone a ver YouTube en el tele. Simona cumple la cuarentena, su mamá le tiene prohibido salir. Mira por la ventana de su casa esquina que la gente no se queda en su casa cumpliendo la cuarentena. En su barrio hay mucho movimiento. Ve que la policía no pasa. Y las pocas veces que pasa hacen de cuenta que no pasa nada y siguen de largo, le da vergüenza. Parece que la seguridad no es para todxs por igual, ¿será porque en su barrio no importan las vidas? Hace un poco más de un mes, a cuadras de su casa mataron a un joven, de 18 años, de una bala en el pecho. Lo conocía. Actualmente, familiares y amigxs del joven van a visitarlo al santuario que hay en su casa. Fotos, velas, cartitas, mensajes, objetos con significados y un mural pintado en la pared blanqueada más cercana para recordarlo. Ayer hizo una publicación en Facebook. Subió una foto donde ella se ve desde las rodillas hasta la cabeza, junto con un texto que afirmaba que vivimos en una sociedad injusta. Con estereotipos que nos dicen cómo hay que ser/sentirse y que eso es frustrante, porque hay cosas que parecen inalcanzables. Simona dice que frente a eso, “la única solución es quererse, querer nuestro cuerpo porque al fin y al cabo, es el que nos aguanta”.

Cuanto aguante tienen algunos cuerpos, ¿no? Aguante, límites, validez, y más, en algunos casos, prescindencia. Cuerpos innecesarios o poco importantes, impensables, abyectos, invivibles, dice Butler y se pregunta “¿Qué vidas merecen ser lloradas?”, avecinando caer en una espiral de deshumanizante. Responde lo que no queremos saber pero sabemos que pasa: socialmente solo son reconocidas algunas, ciertas vidas, las que presentan rasgos de humanidad, habiendo otras que aparentarían carencias. Parece que la ruleta gira y te puede tocar mañana, porque la definición de “lo humano” es tan precario como serian algunas vidas. Sigamos con el juego, una palabra y compartimos lo que venga en mente, va, “cuerpos”.

Sabrina dice “miedo”. Sabri, ¿podes sumar otra?: “Odio”. Tiene 14 años, vive en B° Lomas en Villa Allende (hay tres barrios Lomas: Sur, Este y Oeste, pero no importa de cuál de los tres barrios es, ya sabrán porqué). Hace unos días se siente mal. En las noticias, redes, y en la verdulería escucha comentarios del coronavirus y los presos, que califica de “horribles”. Su papá está en la cárcel. Tiene miedo. Tiene miedo de la las personas. Sabe que su papá hizo algo que no está bien. Pero es su papá. No tendría que haber robado, estuvo mal romper el vidrio de ese auto. Para colmo, robaba mal, la poca experiencia, lo agarraron. Cada vez que ve el titular cambia de App, apaga el tele, o simplemente se va de ahí. Sabrina no quiere que sepan cuál es su nombre ni donde vive. Le da vergüenza y terror que alguien la identifique. Se pregunta “¿solo a mí me pasa esto?”. Cree que no. Quiso contar lo que siente y pidió tener otro nombre y barrio.

Sucede que el peso de la mirada social a veces es muy fuerte. ¿A veces?… Peso, en cuerpos, en algunos cuerpos. Otros parecen gozar del privilegio de no sentarse en el banquillo. A lo sumo, en el peor de los casos se convierten en un meme por andar, en medio del #QuedateEnCasa volviendo de buscar desafiantes olas de surf con la tabla atada en el techo de la chata, ser protagonista de una persecución por elegir donde turistear la cuarentena, pero hoy ¿quién se acuerda de eso?. No es el caso de Mariano, que piensa y siente muchas cosas con el lanzamiento del IFE, una política de asistencia del gobierno nacional para el sector no registrado, no registrado, digamos, no presentes en el sistema, no hay registro de trabajo en blanco, monotributo (aunque este no garanticen salir de las precariedades), 9 millones de inscriptxs.

¿Será que Mariano tendrá que anotarse otra lágrima reprimida por eso?. Tiene 15 años. Es de Mendiolaza (donde vive con su familia) pero va a un colegio a Río Ceballos. A Mariano, no tener que “ir al cole” le da algo de tranquilidad, porque en el barrio lo bardean cuando pasa caminando para ir. Le dicen “que vas al colegio vos, que te crees mejor que nosotros”. Está cansado de que le digan así. Pero a la vez se pregunta, piensa porque esos chicxs lo bordean. Más allá de sentirse mal, intenta ser empático con ellxs. Lo habló con sus profes, amigxs, familiares. Pero le da bronca no charlarlo con los chicxs. Una vez, camino a la escuela, en el colectivo viajando muy apretados escuchó a dos señoras mientras hablaban mal de las personas que cobran la Asignación Universal. A saber, viajar con el boleto educativo, y más en horarios pico (de mañana, mediodía y tardecita) implica, una suerte de viaje de ganado en tetrix humano, tan cercano que a veces se compartían las respiraciones. Y cuando pensas que están completos ya, suena el grito del colectivero de “vamos, hacia atrás que ahí aún hay lugar”. En una de esas aventuras en colectivo, las señoras decían que quienes cobran la Asignación Universal son parásitos. Que viven del Estado. Que son mantenidxs, obvio por las personas como ellas, señoras bien. Que “las negras tienen hijos para tener el plan”. Mariano no dice nada. Piensa en su mamá. No dice nada. Sus ojos se empañan. Piensa en él y en su mamá. Ellxs cobran la asignación. Vos sabías que cuando “das tu opinión” eso puede afectar a quien tenes, literalmente, al lado. Desde el celu, él le ayuda a su mamá, que por el ASPO no puede salir a trabajar, para ver la fecha de pago del IFE. En cada tecla le retumba como eco las palabras de “las señoras”. Mariano: la asistencia es un derecho, estamos en una emergencia mundial. Tranquilo, no sos menos persona, ni tu mamá hizo nada malo. Al contrario, que sientas cosas te hace persona, humanx.

En una oficina estatal, estás esperando en la fila para
que te atiendan, a dos metros de distancia se escucha:
“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

El derecho a la educación en nuestro país, el derecho de enseñar y aprender está consagrado en el artículo 14 de la Constitución Nacional y reafirmado en la adhesión a los tratados y pactos internacionales incorporados a ella, conforme con el artículo 75, incisos 17, 18 y 19. En particular, la educación secundaria como derecho está regulada en su ejercicio a partir de la ley 26.206 de Educación Nacional. La educación es un derecho que goza, además, de amplio reconocimiento y valoración social. En decir de Mariela Macri (2010)(3) se lo identifica como medio para la formación de la identidad personal y social, a “ser alguien”, “ser algo”, “llegar a ser algo”. En este proceso, median diferentes factores, entre los que resaltan los vínculos entre miembros de la comunidad educativa en el acceso al derecho. De las experiencias individuales y colectivas en espacios educativos, y con su diálogo con estudios sobre juventudes pueden retomarse diferentes expresiones, algunas, y estrechamente vinculadas a posturas bancarias respecto de la educación y, no casualmente, al adultocentrismo, con la presencia de maltrato y/sumisión en las relaciones entre jóvenes y adultxs, pero también otras – sin perjuicio de los atravesamientos del adultocentrismo – de otros tipos de vínculos, ligados a reconocimiento y al afecto. Vínculos positivos entre jóvenes y adultxs que se ponen en juego en la experiencia educativa y pueden colaborar con un resultado provechoso para la continuidad y terminalidad, y por sobre todo, con el ejercicio de derechos. Los vínculos, en particular los tejidos entre pares y/o con adultxs, son centrales para pensar los procesos de enseñanza-aprendizaje. El vínculo afectivo – emocional facilita el desarrollo, pertenencia y puede promover un sentido de seguridad para superar situaciones difíciles. En ese lugar lxs adultxs pueden ocupar un lugar privilegiado en el acceso a derechos. ¿Pensaste en todas esas cosas que les están pasando a tus estudiantes cuando estás frente al aula?. Hoy digamos desde la virtualidad.

Te propongo, le preguntemos al Exxe, ¿Dale?. Él vive en B° Lomas, en Villa Allende. Tiene 18 años (cumplidos en medio de la cuarentena). Va al PIT en la misma ciudad, igual que Simona. De las materias del cole le gusta lengua. En su tiempo libre hace graffitis, juega al básquet y anda en bici. Exxe habla por Messenger con un ex profe, quien le pregunta cómo le está yendo con el cole en la cuarentena. Él le cuenta que le está siendo fácil, que le mandan las actividades por WhatsApp, termina todo y lo entrega rápido. Que en general se distrae fácil pero está pudiendo concentrarse. Como cuesta concentrarnos ¿no?, Mientras le cuenta, dice algo que a su ex profe lo preocupa y le rebana el corazón en muchas partecitas. Le cuenta que cuando está en clases (cuando no hay pandemias) a veces no entienden cosas que lxs profes les explican, y que para no molestar prefieren no decir nada, y decir que si entendieron. Para no molestar, para no “molestar”, para no molestar, para no molestar. Como eco, las palabras perforan los tímpanos. ¿Qué le han hecho a estxs chicxs para que crean que pueden molestar con preguntar?. Cómo van a molestar. Si son lo más importante en las escuelas. O deberían serlo, ¿no?. Terminando la conversación, el ex profe le pregunta cómo quiere que lo nombren. Él dice que Exxe, con dos X. “Groso, gracias Exxe“. Le responde que “de nada profe, se lo extraña :(“. Cierra la frase un emoji con cara triste. Les pregunto: ¿Cuantos profes tienen la valentía de decirles a sus estudiantes que los valoran?. Será que es importante que en los procesos de enseñanza/aprendizaje esté presente el reconocimiento del otrx, y que lxs profes demuestren a sus estudiantes que les importan. ¿Es necesario?. Con urgencia, la respuesta es sí. El ex profe le responde que él también, que era divertido compartir las clases con ese grupo de estudiantes, le dice que hacían muchos chistes y que eran medio moqueros. En un micro instante Exxe le responde: “¿Eran? somos aún jaja”. Se saludan y despiden en el chat de Facebook.

Te toco salir a hacer las compras.
Digamos, “te tocó”, si no vas vos, ¿quién va?.
En el negocio hay tapabocas de las que salen palabras:
“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

¿Cómo es un día del caluroso febrero de Cande? Todos los días, levantada a las 7:00 am, preparaba a su hijo para llevarlo al jardín (si, el mismo año que ella empieza la facu, su hijo el jardín) con horario de ingreso 8:30 am. A la vuelta del jardín, al taller de su papá a ayudarle con la limpieza. 11:00 am lo buscaba a su hijo quien quedaba al cuidado del abuelo, a veces el padre. El mediodía es el horario en el que hay que tomar el colectivo, se bajaba en la Academia Argüello, de ahí caminaba hasta el IPEF. Salía de la facu a las 18:30 pm, caminaba hasta la Academia, y se tomaba el Colectivo para Unquillo, todos los días llegaba a casa a las 21:30 pm (más o menos). Se bañaba, cenaba y después de dormir a su hijo se quedaba estudiando hasta las 3:00 am. Son las 7:00 am, alarma, inicia el día de nuevo. Le fue muy complicado sostenerlo: no tenía plata, provisoriamente tenía quien cuide a su hijo, una amiga le consiguió los apuntes, a veces no tenía para el colectivo y esa misma amiga, de la que está agradecida, la banco en toda. Hizo el ingreso, pero le fue mal, aunque si aprobaba no iban a poder cursar por el horario de ingreso al jardín de su hijo, Cande tiene 18 años, está viviendo en Villa Forcheri, Unquillo, aunque siempre vivió en Villa Allende, donde terminó el año pasado el colegio siendo 1er Escolta de la Bandera. Tiene un hijo de 3 años, motivo por el que nunca bajó los brazos y a quien le agradece que le inspire siempre dar lo mejor. Ella tiene una meta, y es ser profesora, profesora de educación física, para dar clases a niñxs con discapacidad, para acompañarlxs así como sus profes la acompañaron a ella. Cierren los ojos e imaginen esta situación: un aula, las profes dan la consigna, lxs estudiantes trabajan, lxs profes entretienen y juegan con su hijo para que ella pudiera estudiar. Iba con su hijo a la escuela porque no tenía quien lo cuide. Ella está agradecida de sus profes, compañerxs, amigxs, a su tía, a la Fundación que le dio una beca. No le fue nada fácil terminar el secundario. En 2017 retomó los estudios secundarios aunque tuvo que dejar porque su hijo tenía problemas de salud. En el año 2018 retomó por segunda vez, pero fue un año difícil: se separó del papá de su hijo, con denuncia de violencia de género mediante. Hoy, dos años después mantiene diálogo solamente por el hijo, para ver cuándo lo busca y la cuota alimentaria. En 2019, retomo la escuela por tercera vez, dicen que la tercera es la vencida, pero aquí fue la cuerta, y está muy bien, terminó el colegio y formó otra pareja. En medio de la cuarentena compartió en Facebook la foto con su hijo (que mira riendo a la cámara) y lxs profes que eligió, recibiendo el título. Hoy Cande cuida a su hijo todo el día. Está contenta. Está de novia hace un año y se siente acompañada. Se está preparando para la facultad. Es su meta. Lo va a lograr. Hace una semana la llamaron de la fundación que le dio la beca para proponerle hacer un curso para entrar a trabajar a una conocida cadena de farmacias.

Cande habla de sus actividades. Habla de los cuidados, las tareas domésticas, y la conjunción con otras actividades. El resultado quedó a la vista. De igual manera lo visibilizan desde los informes y comunicaciones que producen en el El Telar Comunidad de Pensamiento Feminista Latinoamericano. Con voces en primera persona y datos de encuestas proponen pensar que aunque el Covid se presenta como problema mundial y universal, afecta de modo distinto, siendo mujeres y cuerpxs femeneizados lxs más afectadxs. Profundizado en sectores populares, para, como dice en sus comunicaciones “mostrar la vida cotidiana, la lucha diaria de mujeres y familias cordobesas de sectores populares que pelean sin descanso por sobrevivir, a pesar de no poseer empleo, de que las changas ya no sean fáciles de conseguir y que los empleos ocasionales desaparezcan. Mujeres que paran la olla, que generan redes de solidaridad en sus barrios y que realizan innumerables jornadas laborales”. Entra y mira lo que está compartiendo este colectivo. Entonces, llevar adelante las actividades no sería igual en todos los hogares, sino, preguntale a Sabri o a Lucia.

Sabri, la de la palabras miedo y odio, ¿recordás? Cuida a sus hermanos mientras su mamá va a trabajar. En el medio intenta estudiar. Le cuesta concentrarse. Sus hermanos, que son más chicos, no la dejan estudiar.
Sólo tiene una compu, una conectar igualdad de un hermano más grande que no vive en su casa. Se turnan para estudiar y jugar.

Lucia tiene 20 años. Está en su primera clase virtual. Se presenta por el chat y anticipa que no activa el audio porque convive un niño, que no activa el audio para no interrumpir la clase. Pero la pandemia nos afecta a todxs por igual.

Dos personas hablan en la calle y dicen:
“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

Luciano tiene 19 años. Vive en Río Ceballos. Su único espacio de intimidad es el baño. No estaba seguro pero hizo en Instagram una lista de Mejorxs Amigxs. A saber, ahí agregas a quien tenes ganas y subís contenido que querés que vea (o vean), aunque tiene otros usos, claro. Quiere conseguir con quien practicar sexting. Usa los minutos previos a entraba a bañarse. Después de 34 intentos subió una foto sugestiva. Está esperando reacciones.

Laila tiene 24, es de Unquillo. Tiene una relación abierta con una chica de cabello rojizo. Está en su pieza. A la noche, entra en su carpeta oculta: carpeta no visible donde guarda contenido personal y privado, que ella comparte con quien quiere. Elige una, y se recorta la cabeza para no ser identificada. La envía a una cuenta de Instagram que todos los jueves a la noche suben nudes enviadas por quienes les siguen. ¿Nudes?, si nudes, imágenes sin ropa, ¿ta?. El próximo jueves va a disfrutar de lo que el resto suba.

Juan tiene 27, vive en Villa Allende. Hace videollamadas con Juan, el que él define como su “vínculo afectivo”, que se llama igual que él. A veces se llaman y a veces es con videollamada. En general se hablan a la siesta. Al sol, el patio y la terracita son los lugares predilectos. En comunicaciones de entre una hora y dos horas y media hacen el llamado de “constatación de supervivencia”, saber que el otro está bien. Ayer hablaron, usaron 4 memes para graficar situaciones, hablaron de política, hicieron chistes, Juan se siente acompañado poro tiene ganas de abrazarlo. Se saludan.

Marcelo tiene 16 años, es de Villa Allende. En el facebook comenta una publicación de una chica que conoce del colegio. La publicación dice: “comenta si queres que hablemos”. El comenta. Ella le responde que no hace falta que escriba ahí, si él ya tiene su número. Se responden riendo.

Las redes son espacios de socialización. Quizás no son los mimos que vos tuviste, pero acordate que creciste en la dictadura, o en la recuperación de la democracia, o en los 90, quizás lo más moderno que tuviste, con suerte, fue un walkman cassette… Son otras formas. Hablar con tu hijx cuando lo necesita y darle espacio personal es lo mejor que podes hacer en este momento de convivencia profunda. ¿Viste las recomendaciones que hace el Instituto Nacional de Juventud sobre prácticas de sexting?. ¿No sabes qué es?. No todxs lo hacen, pero algunxs sí, o en ocasiones. Es una práctica que se vincula al envío de imágenes y/o videos con contenido sexual o erótico a alguien de confianza por medio de teléfonos celulares. Envía, quien quiere y recibe, también quien quiere, el consentirlo es la clave. ¿Qué tenes que hacer como adultx responsable?: Saber lo mismo que tienen que saber lxs pibxs: si te mandan una foto es a vos, no para que se la muestres a otrxs; se recomienda tomar imágenes que no permitan reconocer la identidad, no enfocar tatuajes y/o rasgos con los que puedan se pueda identificar a alguien; utilizar aplicaciones donde no se puedan hacer screenshots (captura de pantalla), así como aplicaciones que autodestruyen los mensajes, como Snapchat o Telegram. Y último pero no menos importante: Como no es una práctica 100% segura, si alguien usó tus imágenes y las distribuyeron sin tu consentimiento podes hacer la denuncia en la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales, googlealo, o te comunicas con la fiscalía más cercana del Ministerio Público Fiscal, donde además te podes asesorar.

Circula un video de un “periodista” que habla de Ofelia
Fernández, dice que es muy pendeja para ser legisladora.
Una funcionaria de la municipalidad de Villa Allende
comenta una publicación sobre Ofelia afirmando que es un
“engendro del demonio”. En los comentarios se lee:
“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

El uso del tiempo libre de lxs jóvenes, y las formas de participación son temas de debate cotidiano. El problema es que muchas veces esos debates excluyen, paradójicamente a lxs jóvenes. La participación de colectivos/espacios/organizaciones y acciones de jóvenes ocupan las calles y hoy, por el ASPO, las redes. Quizás esto nos invite a pensar, en palabras de Acevedo, que las experiencias organizativas juveniles expresan sus intereses y demandas como actores sociopolíticos, y nos propone replantearnos el modo de entender la “cosa pública” y las formas en las que se expresa el “interés común”.

Ornella tiene 17 años, es la presidenta del Centro de Estudiantes del Instituto Nuestra Señora de las Mercedes, de Unquillo. En el marco de la pandemia, desde el Centro de Estudiantes se organizan compartiendo en Classroom y grupos de WhatsApp, como una forma mucho más simple de organización y comunicación entre estudiantes y profes. Puede ver que hay jóvenes y familias que no la están pasando bien, que están pasando un momento complicado. Cuenta que el cole está acompañando a las familias y docentes que tienen problemas con la accesibilidad. Desde el Centro, ofrecen en las redes actividades a sus compañerxs, suben historias al Instagram para interactuar y que no se sientan solxs en esta vida del estudiante en cuarentena. Están haciendo un relevamiento tipo encuesta sobre las necesidades de sus compañerxs. Con esa información van a poder saber qué es lo que necesitan para enfocar acciones. Ver si es apoyo escolar, interacción, algún reclamo hacia alguna plataforma, etc. También difunden acciones solidarias que se hacen desde el cole como colecta de alimentos no perecederos para ayudar a los merenderos de la zona. Su participación hoy, está en las redes.

Julieta cumple 18 años en unos días. Vive en barrio centro de Villa Allende. Está saturada con toda la info que da vuelta. Militaba en su centro de estudiantes cuando iba al secu hasta hace unos meses. Empezó la facu y hace clases virtuales. A ella le pica, necesita hacer algo. Ya participó con su familia donando alimentos en una campaña que les llegó. Donaron lavandina que consiguieron con un mayorista a un club de fútbol para niñxs de la localidad. Quiere salir a ayudar. Sabe que tiene la comida asegurada. Se atolondra en no saber qué hacer. Quiere ayudar, sabe que la gente no la está pasando bien, que hay hambre. Quiere salir, ponerse un barbijo y hacer un guiso si hace falta. A Julieta le preocupa la violencia de género, situaciones que se agravan. Ella encabezó el año pasado una sentada en su colegio pidiendo que se expidan por una denuncia de abuso. Pero las personas dicen que nadie se compromete hoy en día…

Milagros tiene 17 y es presidenta del Centro de Estudiantes de su colegio, que estaban Río Ceballos. Vive en B° Centro de la misma localidad. No se levantaba temprano. Hace de comer al mediodía con su papá, luego limpian. Está en contacto permanente con compañerxs del centro de estudiantes. A veces cocina algo dulce cuando está aburrida. Ella hace las tareas del cole a la noche. Se organizó con un calendario: de 8 tareas, hace 2, otro día 2 ò 3. Eso era hasta ahora que el cole se organizaron para mandarles solo una tarea diaria para no sobrecargar. Por whatsapp, con sus compañerxs del centro hacen lluvia de ideas para ver cómo colaborar. Tienen un calendario: lunes, miércoles y viernes proponen actividades en las redes para que sus compañerxs se despejen. Receta de comida, otros días libros, otros días juegos o música. El miércoles pasado habían publicado sobre cómo hacer un bizcochuelo que cualquiera se tienta a hacer. Ayer tuvieron reunión de comisión directiva para organizar tutorías entre pares, de joven a joven, para ayudarles a organizarse, acompañarlos. Ven que sus compañerxs están abrumadxs. Que varixs están bajón. Dialogan, intercambian. Piensan que no se está prestando atención a la salud mental de la juventud en esta situación límite. Ven en sus compañerxs que algunxs (la mayoría) andan híper desmotivadxs y se estresan por llegar a las tareas. Otrx grupo que hacen las tareas como forma de mantenerse, de ordenarse, de mantenerse “cuerdos” dijo un estudiante en un mensaje. Si no lo viste aún, entra a ver el video del Director Nacional de Adolescencia del Ministerio de Salud de la Nación, Juan Carlos Escobar. En resumen: estar alertas y atentxs a la salud emocional de jóvenes y adolescentes.

Jóvenes de muchas ciudades, de diferentes edades, se reúnen en la Red de Centros de Estudiantes de Sierras Chicas. Es una red que nuclea los centros de estudiantes de la zona. Se reúnen virtualmente ahora, toman decisiones por un grupo de WhatsApp. Comparten vivencias, conflictos, estamos trabajando para las jóvenes y los coles. Lxs jóvenes acceden al derecho de la educación y participación de manera virtual a través de WhatsApp. La participación política igual, todo a través de WhatsApp. En la Red hay un recambio permanente. Quienes se acaban de egresar de los coles colaboran con quienes quedan en la Red. Están haciendo la convocatoria a los diversos centros de estudiantes de la zona. Tiene como acciones pensadas: realizar apoyo escolar, como colaborar y hacer el aguante a los centros que no están pudiendo organizarse, ver las necesidades de las estudiantes y ayudarlxs, acompañarlos en este proceso. Están a disposición de colaborar. Están dando difusión a proyectos solidarios. Jóvenes, en diferentes lugares, ocupan parte de sus horas en pensar cómo ayudar a otrxs. Esxs que muchas veces son criticadxs cuando hacen una toma del cole o están en una sentada, a quienes se les mira de reojo por los pañuelos en la mochila, puño o pecho.

Un celular, una tablet, una compu, un tele, alguna pantalla,
individual o de uso colectivo. En casi todas las casas, sea cual
sea el horario en que leas esto, hay un tele prendido.
En un programa, que podes estar viendo, o solo
escuchando como sonido ambiente dicen:
“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

Juan participó la primer semana de mayo de la defensa virtual de la tesis de un amigo. “Quédate, quédate así saco una foto”, “Traigan algo para brindar”, “ojo que no se brinda con agua” dicen las familias de las futurxs arquitectxs. “Apaguen los micrófonos que vienen los profesores” gritan. Hay carteles de felicitaciones hechos a mano que se ven por las pantallas. “Cuando pase esto juntamos a todos en una reunión”. Es una de las pantalllitas, una señora, mira fijamente entusiasmada, se puso su mejor blusa. Defendieron tesis y el tribunal pensó la nota. Tiene un 10, se valora el proyecto por su impacto social y urbanístico. En la pantalla se ven pequeñas imágenes de gente llorando. A Emiliano se le ponen rojo los ojitos, le empiezan a caer gotitas mientras amistades y familia las felicitan. Al ratito, la familia de Emiliano sale de una parte de la casa y va al comedor donde estaba Emiliano. Copas, abrazos, brindis, un cartel de “soy arquitecto” junto con un birrete de cartulina. Al rato lo llevan afuera y comienza el ritual de harina. “Sos la arquitecta de la familia” le dicen a Ana. A Ana la llenaron de harina en la pieza, al lado de la compu, la sorprendieron al frente de la cámara. Le llevaron una torta con dos velas de chispas. En todo el video hay presente un comentario: “tengo ganas de estar ahí con Uds.”. Termina la videollamada.

Primeras generaciones de egresadxs de la universidad pública en videoconferencia y a distancia de muchxs familiares y amigxs. A la luz de la pandemia, la vía virtual, quizás nos encuentra como único medio de vínculo, pero no es un fenómeno novedoso. De la carta escrita al correo electrónico, de los 90 a los 2000, se advierten grandes cambios en los procesos de comunicación: la vida cotidiana está mediatizada, organizada por lo digital/tecnológico. Desde trámites hasta las pautas de encuentro. Esto encuentra de manera diferente a quienes son ciudadanxs nativxs digitales, que han crecido y socializado con la digitalización de las comunicaciones, aunque claro la realidad de jóvenes en ruralidad no es la misma en las grandes ciudades, o hacia dentro de las ciudades en distintos barrios. A propósito, para no recaer en generalizaciones, Grimson (2014) propone la idea de autocentramientos , ver las mediaciones reflexivas entre nuestras prácticas y aquellas perspectivas que culturalmente circulan y que hemos adquirido, que moldean las formas en las que concebimos y entrelazamos vínculos con otrxs, donde bajo las ideas de Sociocentrismo y Naciocentrismo(4) se da por sentado que las condiciones de vida son iguales en todos lxs ciudadanxs respecto de su posición de clase, y de formar parte del mismo país, respectivamente.

Las Identidades pasan a constituirse en lo público mediatizado, al igual que la resolución de los problemas (¿Qué opinara Nancy Fraser de este debate mediatizado?). Expresiones en las redes con la fluidez y carácter instantáneo propio de la modernidad, donde los tipos de reacciones oscilan entre el optimismo y el pesimismo, de la utopía a la melancolía. Y donde, en palabras de Sarlo (2018) (5) se presenta una ecuación que afirma que cuando más complejas y complicadas son las situaciones de la vida, más sencillas aparecen en las redes.

Son las 23:59hs, Juan entra a Instagram mientras está en el Aula Virtual. Ve un “vivo” y entra. Es la fiesta “Bresh”. Mientras trabaja en la compu va a su primera fiesta virtual. Hay comentarios en el chat del vivo, piden canciones, hablan de que tragos están tomando. “Uy, nunca fue tan rápido ir a la barra, no hay que esperar”, “no hay que pagar guardarropas acá jaja”. Un Mariano López escribe “qué onda Malena Oviedo, ¿siempre venís acá?. Malena Oviedo le responde: “naaaaaa solo vengo en cuarentena jajaa”. Juan se ríe, pide una canción, se divierte viendo comentarios de chicos que aparentan ser lindos. Se ríe de nuevo, escucha música y sigue con la compu. Al día siguiente, mientras cocinan, escucha gritos. Lo llama su vecino. Grita con entusiasmo. Lo llama, le grita desde la puerta de su casa para contarle que ya tiene el resultado del segundo hisopado que se hizo después de que el lunes le diera su primer negativo. Le dio negativo, está recuperado. Su vecino tiene 20 años, se contagió trabajando y hacía 28 días que no sale de su habitación (salvo para ir al baño y para hacerse hisopado todos los lunes). Juan escribe en su compu, usa su celu, compu, celu, tablet, celu, celu, celu, compu. De Whatsapp al Aula Virtual, de Zoom a instagram, de Facebook a Tinder, de Gmail a Homebancking, de Instagram al Aula Virtual, de Facebook a Gmail, cual pelota de ping pong. El día podría resumirse en eso. Se reconoce en el reflejo de la luz de la(s) pantalla(s) en sus lentes. Hace 85 días que no da un abrazo.

“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”

Las vidas de Simona, Sabrina, Mariano, Exxe, Candela, Lucia, Luciano, Laila, Juan, Marcelo, Ornella, Julieta, Milagros, entre otrxs, las narraciones de sus vidas, se entrecruzan, dialogan y se enfrentan con discursos y prácticas, en palabras de Alvarado con la hegemonía de la interpretación del mundo desde la postura del sujeto varón masculino, blanco, occidental. Sobre la mesa un espacio en disputa, en el que se manifiestan desigualdades, visibles, y profundizadas ubicando a jóvenes y adultxs en posiciones asimétricas, y desde allí, otros binomios categoriales de igual asimetría como las de varón/mujer, extranjero/nativo, heterosexual/disidente, rural/urbano, trabajador/vago (igualando el vago a mantenidx y/o planerx), trabajador/pobre.

“La juventud está perdida”
“Son todos vagos”
“No lo consigue porque no se esforzó”
¿La juventud está perdida?
¿Son todos vagos?
¿No lo consigue porque no se esforzó?
De verdad, ¿te convences de eso así tan fácil?

Ismael Serrano tiene muchas canciones hermosas. Una de ellas llamada “un hombre espera en el desierto”. En el inicio, esa canción dice: “no digas que aquí hay silencio, podrás decir que no oyes”.
Les mando un abrazo (si, un abrazo).


1 de junio de 2020

Algunos nombres y procedencias fueron cambiados para preservar las identidades de lxs protagonistas. En esos casos, ellxs eligieron los nombres que les gustaban. El relato se nutren de conversaciones en primera persona con las protagonistas a través de WhatsApp, Facebook e Instagram. Ilustración por Diego Iparraguirre Triay, en Instagram: diego.ipa.

*Docente e investigador de la FCS. Becario Doctoral de SeCyT. Miembro del equipo de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares despliegan en contextos y tiempos de restricciones”. ngimenezvenezia@unc.edu.ar

(1)La idea de jóvenes NINI, presente en discursos mediáticos y políticos, está basada en el supuesto de que lxs jóvenes conforman un amplio sector social que no estudia ni trabaja y no tienen motivaciones para modificarlo. El “ser” NINI se define como una condición propia de lxs jóvenes, y no, como un estado temporal y/o de tránsito. Para abordar la concepción desde una perspectiva crítica se sugiere ver Assusa, G. (2019). Ni jóvenes, ni desempleados, ni peligrosos, ni novedosos. Una crítica sociológica del concepto de “jóvenes nini” en torno los casos de España, México y Argentina. Cuadernos De Relaciones Laborales, 37(1), 91-111. https://doi.org/10.5209/CRLA.63821

(2)Chaves Mariana. (2012). Jóvenes, territorios y complicidades. Una antropología de la juventud urbana. Buenos Aires. Editorial Espacio.

(3)Mariela Macri (2010). Estudiar y trabajar: perspectivas y estrategias de los adolescentes. Bs As. La Crujía. 2010

(4)Para profundizar en las nociones de autocentramientos ver Grimson (2014.). Desentramientos teóricos. Introducción. En Antropología ahora. Debates sobre alteridad. Siglo Veintituno Editores, Buenos Aires. PDF

(5)Sarlo (2018). La intimidad Pública. Editorial: Seix Barral. BSAS.