La pandemia: ¿una posibilidad para el Buen Vivir?

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Por Juan Manuel Castro, Paula Curtino Bono e Ivonne Velasquez Funes*

En el presente ensayo nos proponemos reflexionar a partir del cruce de nuestra práctica pre-profesional y tesina de grado con el contexto actual de pandemia, que configuró gran parte de la complejidad del presente año. En este sentido, nuestro sentipensar se encuentra vinculado a una posición política que tiene el carácter de transitar nuestra experiencia en procesos de intervención profesional como parte de una conexión intersubjetiva que mantenemos con les sujetes de nuestra intervención. El hilo conductor de dicha reflexión está anclada en una perspectiva epistemológica decolonial, que nos invita a cuestionar nuestros enclaves de pensamiento moderno, es decir, alejándonos del binomio cartesiano cuerpo/mente, instando a nuestro aprendizaje a sentir, actuar y reflexionar con las afectaciones que cada problemática nos moviliza. De esta manera cuando intentábamos definir nuestro objeto de intervención, (el cual lo delimitamos como “las dificultades materiales y simbólicas para la reproducción cotidiana de la existencia de les niñes de la comunidad rural con la que trabajamos, y el trabajo con les mismes realizado desde los dispositivos estatales”) muchas inquietudes fueron surgiendo, invitándonos a elaborar nuevas formas de pensar la intervención desde el paradigma de la decolonialidad. Parte de esas reflexiones son las que intentaremos abordar a continuación.

Palabras claves: COVID 19 – Ambiente – Capitalismo – Ecología política – Buen vivir

 

El contexto actual requirió que como equipo nos replanteemos la reconfiguración del trabajo, y los objetivos a llevar a cabo en nuestra intervención pre profesional; entendiendo al ambiente como cuestión social, y al territorio y a les sujetes que lo habitan como protagonistas.

Existe una alianza entre el capitalismo y el estado moderno que es totalmente colonizadora e imprescindible para comprender la apropiación de la naturaleza en función de la reproducción del sistema. Es por ello, que consideramos al término naturaleza, como una construcción cultural, debido a que el colonialismo se encargó de generar una visión sobre ella, como algo que debia ser dominado (“lo salvaje”), y que se encuentra totalmente separada de lo civilizado personificado por el “hombre heterosexual, blanco y burgués europeo”, manifestandose de este modo, la permanencia del racismo fundante del pensamiento colonial. Es así, que quedan expuestos los intereses del sector dominante y la direccionalidad que se le da desde los dispositivo estatales hoy vigentes. Por tanto, creemos necesario presentar un posicionamiento crítico y reflexivo, ya que el territorio de intervención, es un espacio social con una trayectoria previa, arraigada a su historia, cultura, sentidos y significaciones; a su vez este es construido a partir de los conflictos. Por esta razón debemos entender a la conflictividad como dimensión constitutiva de la realidad territorial.

Es así que decidimos posicionarnos desde el enfoque de la ecología política retomado por Escobar (2011), que tiene como objetivo desentrañar todas aquellas concepciones en torno a los discursos sobre el desarrollo, los cuales son determinantes en la génesis y resolución de los conflictos ambientales; y al mismo tiempo, desafían a percibir al ambiente como un sistema complejo, que surge de la interacción entre naturaleza y cultura, y que no es para nada neutral, sino que implica un posicionamiento político con respecto al reconocimiento y ejercicio (o no) de los derechos sociales en torno al territorio.

En consonancia con la ecología política, tenemos al paradigma epistémico del Buen Vivir (del quechua Sumak Kawsay “vivir bonito”), correspondiente a un pensamiento decolonial, que nos permite replantear la relación existente con la naturaleza, la alteridad, la interculturalidad, y la plurinacionalidad. Buscando la construcción de conocimientos y prácticas por fuera de los cánones occidentales, con la política como herramienta de transformación. Ambos postulados teóricos son desde los que construimos nuestras reflexiones.

Por lo tanto, al situarnos en este contexto de pandemia, que se presenta como un escenario único, nos pone ante la urgencia de generar prácticas distintas del modelo capitalista. Que dependiendo de las medidas tomadas para contenerla, hasta pudimos cruzarnos con algunas miradas positivas del COVID-19, cuando se registraron disminuciones en la huella de carbono de grandes metrópolis como Buenos Aires, Rosario o Córdoba, debido a la repentina “pausa” del circuito económico, lo que nos permitió analizar y cuestionar la manera en que producimos. No obstante, este proceso no fue el mismo en las zonas rurales, debido a que el extractivismo y el avance de la frontera agropecuaria no se detuvo, donde el desmonte o los incendios se incrementaron como nunca. En diferentes puntos del país, los incendios intencionales continúan siendo noticia desde hace meses, evidenciando el avance no solo de los intereses agrarios sino también del negocio inmobiliario. Por consiguiente, podemos observar que los procesos que se vienen dando durante la cuarentena arrojan resultados diferentes al comparar espacios sociales rurales con los grandes conglomerados urbanos.

Es en este marco que, Alvaro Garcia Linera (2020) nos invita a preguntarnos si ¿Hay espacio para un horizonte que no tenga el mercado como faro?, planteando que estamos frente a un escenario de posibilidades, debido a que el porvenir se presenta como un espacio no solamente de incertidumbre, sino también de disputa; en el cual entran en juego múltiples factores (modos de relacionarse, la producción, el capital, el rol del Estado, etc). En otras palabras, la pandemia puso en jaque todas aquellas concepciones y nociones preestablecidas e internalizadas en virtud de una sociedad moderna. Y que puntualmente al cuestionarlas es que se abren las posibilidades a una nueva reconfiguración del porvenir que se da en el presente de nuestra sociedad. Conformando de esta forma, un momento excepcional para imaginar al Buen Vivir como futuro posible.

¿Y por qué consideramos, al paradigma del Buen Vivir como un faro que puede guiarnos? Porque estamos frente a la posibilidad de una economía más solidaria y menos depredadora, mirando a les otres como protagonistas. Nos da una oportunidad para actuar de manera unida y reflexionar sobre ese modelo capitalista que tiene una dinámica de producción y deterioro de la naturaleza. Significa pasar de una visión occidental desigual, a una sensitiva latinoamericana, mirando a la vida según Gargallo (2014), como la dualidad territorio-cuerpo en donde el Buen Vivir se convierte en el paradigma partidario de la armonía y vida en plenitud para los pueblos y la humanidad. Esta mirada no es antropocéntrica y ni siquiera egocéntrica, porque formamos parte de la misma unidad y así como “nosotros somos montañas que caminan, los árboles son nuestros hermanos”, parafraseando al compañero David Choquehuanca.

El Buen Vivir es buscar la vida en comunidad, donde todes les integrantes se preocupan por todes. Lo más importante es la vida en un sentido amplio, no el individuo ni la propiedad. Tal cosmovisión en búsqueda de la armonía exige, que este concepto y la lucha por la descolonización produzca cambios significativos y alejados de la acumulación.

Particularmente en el espacio rural donde intervenimos (situado en el departamento de Santa Maria, provincia de Córdoba), es un espacio social con herencia ancestral, cuya relación con la lógica capitalista (turismo) se ha impuesto y estrechado a partir de las transformaciones en su “planificación urbana”, con el trazado nuevas rutas y accesos asfaltados, sumado a la introducción de un negocio inmobiliario incipiente, la convirtió en otro punto turístico de las Sierras. Esto provocó una modificación abrupta en la economía doméstica de les sujetes, donde su principal ingreso pasó a provenir de los bienes y servicios ofrecidos al turismo, además del cuidado de aquellos inmuebles pertenecientes a personas que residen fuera de la localidad, las cuales han sido creadas con el fin de habitarlas temporalmente dejando atrás y extinguiendo casi por completo sus prácticas rurales históricas relacionadas a la ganadería de pastoreo. Ahora bien, no solo el “desarrollo” vino a irrumpir en las cotidianidades de la población, sino que también trajo aparejadas consecuencias a nivel estructural, como por ejemplo, el desabastecimiento de su cuenca hídrica, principalmente en la temporada de verano. Todo esto y en principio esto último es manifestado por los habitantes como algo negativo, por lo cual la problematización, aunque sea subjetiva, del modelo capitalista se hizo presente, y plantear el paradigma del Buen Vivir como una alternativa puede ser posible.

Para concluir, consideramos que posicionarnos desde el paradigma del Buen Vivir contiene un gran potencial, debido a que sus premisas son compartidas por varios pueblos de la región, incluido el pueblo mapuche. Posibilitando de tal modo, la unidad por sobre la división territorial de los países, y que tendría dos efectos: por un lado, el reconocer que los estados nación son plurinacionales y no homogéneos; y, por el otro, promover la unidad de los pueblos de la región, en conformación de esa patria grande con la que Juana Azurduy, Magdalena Güemes, Manuela Sáenz, San Martín y Bolívar soñaron.

Artículo y Podcast recomendados
Garcia Linera, A. (Revista Anfibia). (14/10/2020). Batalla Cultural T3 E1: Álvaro García Linera. [Audio podcast]. Recuperado de http://www.revistaanfibia.com/podcast/alvaro-garcia-linera-el-estado-en-un-mundo-sin-certezas/
Oliva, A. (Junio de 2020). El fin del porvenir como repetición. Instituto argentino para el desarrollo económico. Recuperado de http://www.http://www.iade.org.ar/que-es-realidad-economica

Bibliografía
Acostas, A. y Gudynas, E. (2011). El buen vivir o la disolución de la idea de progreso en Rojas, Mariano (coord.) La medición del progreso y del bienestar. Propuestas desde América Latina. Foro Consultivo Científico y Tecnológico. México: AC.
Escobar, A. (2011). “Ecología política de la globalidad y la diferencia”. En: H. ALIMONDA (coord.). La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América Latina. Buenos Aires: CLACSO, pp. 61-92.
Gargallo, F. (2014). Feminismos desde Abya Yala. S/D
Quijano, A. (2014). “Bien vivir”: entre el “desarrollo” y la des/colonialidad del poder. Buenos Aires: CLACSO.
Machado Aráoz, Horacio. (Actuel Marx/Intervenciones N° 19. Segundo semestre 2015). Crítica de la razón progresista. Una mirada marxista sobre el extractivismo/ colonialismo del siglo XXI.
López, P. (31 de Octubre del 2015). El Buen Vivir según el canciller de Bolivia, David Choquehuanca. Diario U Chile. Recuperado de http://www.radio.uchile.cl/2015/10/31/el-buen-vivir-segun-el-canciller-de-bolivia-david-choquehuanca/
Schmidt, L. (2017). Paradigmas del ser humano: aproximación al camino a la complejidad. Revista Educación y Desarrollo Social.
Varea, S. y Zaragocin, S. – compiladoras- (2017). Feminismo y Buen Vivir: utopías decoloniales. Universidad de Cuenca: ediciones Pydlos.

 

[1] David Choquehuanca Céspedes es un dirigente sindical y político boliviano de origen aymara. Fue ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia entre enero de 2006 y 2017, durante el primer, segundo y tercer gobierno del presidente Evo Morales.También ejerció como secretario general de la alianza ALBA entre 2017 y 2019. Actualmente, es el vicepresidente electo del Estado Plurinacional, cargo que asumirá el 8 de noviembre de 2020.

*Estudiantes  de 5to año de la Licenciatura en Trabajo Social (Octubre de 2020).