No sé qué pasa en esta ciudad

Volver

 

Por Dolores Maria Malharro1

Ay, Córdoba

“Querida Córdoba, siempre fuiste un poco
rancia y sucia para mí
pero antes, te acordás? Antes me gustabas
igual. Me hacías reír. Y todas las noches
reíamos juntas. Yo con mis dientes blancos
y vos con tu sonrisa que te cruza cañadamente
del centro a la punta. Me encorvaba de la risa
y vos me sos
tenías con las ramas
torcidas de las tipas. Ahora mis dientes
se cayeron todos
y tus chistes están re mal
contados y tus gracias ay, córdoba
no me dan ninguna gracia. Al contrario,
me incomodás. Es que siento que te abusas
y si, si Córdoba. Te abusas.
No podes cobrar tan cara la vida
robar con el boleto, tener
en todos lados tanta
tanta
tanta
tanta policía.
Te ponés otaria y bobina. Te empeñas
en hacer todo mal:
desmontás, requisás, linchás,
código de faltas por aquí
código de faltas por allá.
(…)
me parecería bien poder pedirte
que te pongas las pilas como ciudad
o que de vuelta
al menos
me hagas reír
y sino, que me dejés
salir de vos,
irme con otra
ciudad y enterarme de vos
tres veces encadenada
super delasoteada
o mestreada
y pensar qué suerte tengo
de no estar más
allá. Es que Córdoba,
me das ganas de salir corriendo lejos
a ver si así puedo
a la distancia por lo menos extrañar
lo que fuiste para mí. Lo que fuimos
juntas.
¿Te acordás? No, no te acordás. Siempre
te olvidás, Córdoba. Ojalá
yo también te olvide y pueda
inventarme un recuerdo mejor
de vos invitándome a una fogata
prendida en la catedral
un recuerdo de vos, bailando cálida
de vos
cordobaza.”

[Poema de Catalina Correa, de un conjunto de poemas que conformaron un Fanzine publicado en 2017 bajo el nombre “No se qué pasa en esta ciudad”]

Es a partir de especie de carta de desamor a la ciudad que habito, que habitamos, que pensé qué ciudad quiero, deseo, imagino. La Córdoba que deseo, es una ciudad libre de policía corrupta machista y cómplice, libre de ese miedo atroz que genera ir caminando sola de noche y ver un patrullero estacionado en la próxima esquina, libre de barrios militarizados, libre de “portaciones de rostro”, libre de gatillos fáciles, de esos gatillos que fácilmente siempre apuntan a los mismos cuerpxs y pieles. La ciudad que deseo es una ciudad en llamas, encendida, que se despierta de un sueño largo, “largazo”. Una ciudad para todxs, menos para la mano dura.

 

1 Estudiante de la carrera de Licenciatura en Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC