Nunca me acostumbraré

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Por Florencia Cecilia Torres1

Me imagino una ciudad que se fue pensando y construyendo a partir de considerar como un problema cotidiano aquella “normalidad” que se expresaba como una desigualdad creciente, naturalizada y que avanzaba a pasos agigantados en la sociedad en su conjunto.

La realidad en la que nos encontrábamos comenzó a incomodar, angustiar y provocar capacidades de encuentro, para que esa normalidad al menos sea discutida, tensionada y no ajena a nuestras vidas.

Quienes se organizaban e iban a dar una mano a los barrios más postergados y alejados de las grandes urbes dejaron de hacerlo desde el asistencialismo y la caridad, dejaron de pensar a los vecinxs como sujetxs pasivos que hacían lo que podían en sus barrios y pasaron a pensarlxs como verdaderxs actorxs sociales y políticos de su realidad, realidad a la cual ellxs podían transformar.

Esta nueva ciudad que se iba pensando y construyendo hace años en las mentes de aquel sector del descarte del siglo XXI, lxs precarizadxs, las subempleadas o quienes aún no conseguían trabajo, que vivían sin contar con vivienda propia, sin cloacas, hacinadxs junto a sus hijxs, les permitió resaltar algo que venían diciendo hace mucho tiempo: este sistema que pone las ganancias por encima de todo ya no se aguanta más.

>La ciudad que sueño, es la que muchxs soñamos, es parte de un proyecto colectivo -nunca individual- nuestro sueño, es el sueño de Evita, de Múgica, de las niñeces en los barrios y de muchas Ramonas que se encuentran en este momento (y en cada momento en que la historia y el pueblo lo demandan) a lo largo y ancho de la Argentina bancando una olla popular en su territorio, pensando la vida a partir del encuentro, de defender la Casa Común que todxs habitamos.

Poder romper con esa “normalidad” es por donde comienza la ciudad que soñamos, pensarnos y rehacer(nos) nuestra ciudad por y para el pueblo. No es algo tan lejano a nuestras posibilidades en este momento excepcional por el que estamos transitando, donde muchas desigualdades que se intentaron tapar durante años y que se agudizaron aún más con el gobierno de Mauricio Macri hoy están saliendo a flote y siendo parte de las discusiones en la arena pública.

Comenzar con leer esta oración que nos dejaba Múgica y esa generación que también sentían en lo más hondo las injusticias.

Oración de Carlos Múgica

>Señor: perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.

Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.

Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.

Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.

Señor: yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.

Señor: perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan.

Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.

Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.

Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz.

1 Estudiante de la carrera de Licenciatura en Sociologìa de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC