Protagonizando voluntades invisibilizadas

Volver a Jóvenes en cuarentena

Aldana, 20 años, estudiante de medicina, voluntaria espontánea en hisopados

Por Serafín González*

“No sé si tengo alguna anécdota para contar” fue lo primero que expresó Aldana ante mis primeras preguntas acerca de  su historia** .  A medida que ella continuaba con su relato, no pude evitar reflexionar acerca de cuáles son aquellas vivencias que “merecen” la pena ser contadas. Fui un poco más allá, y  me repregunté acerca de qué  discursos son considerados válidos e incluso representativos para una sociedad que atraviesa su mayor crisis social y sanitaria en años. Dónde poner el ojo en un contexto  dinámico, en el que  día a día una multiplicidad de  información nos avasalla, fomentada y potenciada por los distintos medios de comunicación.

¿Quiénes tienen la última palabra a la hora de decidir qué debe ser escuchado y qué debe archivado en el cajón de lo no relevante? Me pregunté. Tal vez, mostrar aquellas experiencias que han quedado en los márgenes nos permita dar lugar a todas esas voces que tienen algo para decir, y que el interés por las mismas, posibilite generar espacios de escucha y reflexión, donde la palabra que el otrx transmita, pueda adquirir un valioso significado. Espacios que, finalmente, animen al encuentro e incentiven a todxs a pensarse como portadores de una realidad que merece la pena ser contada.

Historias como las de Aldana nos llevan a pensar como la actual coyuntura interrumpe el desarrollo cotidiano de su vida, de su transcurso por la Universidad Pública y seguramente derivando en una modificación de sus vínculos. En ese sentido, se vuelve ineludible considerar como en el marco de un Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) que establece el aislamiento social preventivo y obligatorio, se modifican las reglas de juego de la participación.
El espacio público parece reconfigurarse y retrotraerse hacia el interior de nuestros hogares. La participación comienza a estar mediada a través de algún dispositivo electrónico que permita establecer lazos con el otro, por ende, es necesario pensar cuáles son las estrategias y los soportes que aparecen para contener a la heterogeneidad. La pérdida del espacio público muchas veces deriva en un accionar meritocrático por parte de muchas instituciones. Esto se observa principalmente en las instituciones educativas que desconocen las condiciones físicas, geográficas y materiales de lxs jóvenes. Se asume que cada sujetx debería contar con un espacio ideal en su hogar para formar su educación, dejando de lado cualquier acompañamiento institucional.

Otro indicio que nos lleva a pensar en la invisibilización de la participación juvenil es que algunos jóvenes no reconozcan como relevantes su accionar en los distintos ámbitos. Especialmente, despertó mi atención que el involucramiento de Aldana en una actividad de tal magnitud pueda pensarse como algo trivial o rutinario. Posiblemente, esto nos esté hablando de un acostumbramiento a un tipo de participación desconocida por ciertas instituciones.

Estos condicionamientos se ven agravados en el caso de Aldana ya que no solo debe enfrentar una cursada atípica, sino que por la gran demanda de tiempo del voluntariado, muchas veces debe relegar a un segundo plano sus estudios. Más allá  de su predisposición a colaborar con el voluntariado, este tipo de situación que pone en riesgo su integridad sólo se habilita en el marco de la actual crisis.

Aldana es una joven de 20 años que actualmente se encuentra cursando el segundo año de Medicina en  la Universidad Nacional de Córdoba y el pasado mes decidió inscribirse como voluntaria en el programa “Aceptación  de Voluntarios Espontáneos” convocado por  la provincia de Córdoba, a través de la Secretaría de Gestión de Riesgo Climático, Catástrofes  y Protección Civil, cuyo fin es “hacerle frente” a la actual coyuntura que nos atraviesa.
Junto con un grupo de estudiantes y profesionales de la salud se pusieron en  marcha y tuvieron como tarea principal,  realizar hisopados y controles de síntomas en determinados  peajes y  en distintas localidades, tales como Villa Santa Ana, Villa del Prado y Saldán, donde por lo general se presentaba un nexo epidemiológico o  un  foco de contagio. El gran desafío se presentó cuando tuvieron  que realizar testeos en el Geriátrico “Santa Lucía” ubicado en la localidad de Saldán. Bien es sabido por todxs que dicho establecimiento se encontraba en cuarentena debido a un brote  de Covid-19 dentro de él. Allí  fueron contagiadas 65 personas entre pacientes, personal médico y personas allegadas.

Su labor se convirtió en una tarea compleja, no sólo por el riesgo que corría su salud, sino por el torbellino mediático que acechaba los alrededores del establecimiento. En palabras de Aldana: “en un momento llegamos a Saldán, estaba lleno de medios de comunicación y había un viento terrible, así que fue muy difícil  porque no había que hacer el ridículo”.

Primeramente realizaron testeos tanto al personal médico, como a los adultos mayores que residían en el geriátrico, además de las personas que habían tenido contacto estrecho o resultaran un factor de riesgo.  Aldana me remarcaba con énfasis el mal estado de los abuelos y  lo que significaba contraer un virus tan letal, ella me comentaba: “muchos postrados en la cama, daba una pena porque al ya estar mal, imagínate que liguen una enfermedad mortal para su edad, por una irresponsabilidad del médico de no avisar que se había hisopado”.

Me parece de vital importancia reflexionar acerca de cómo se han modificado profundamente nuestro modos de vida y en especial el de lxs jovenxs quienes en “situaciones normales” encuentran barreras de todo tipo, ya sea a la hora de vincularse en los ámbitos de participación o por el impacto de los discursos estigmatizantes de una sociedad adultocéntrica, que tienen consecuencias directas en la formación de las identidades de los propios sujetxs. En particular, se vuelve una tarea imperiosa comprender de qué manera  el aislamiento social, preventivo y obligatorio agudiza este tipo de limitaciones, dando lugar a nuevos tipos de desigualdades.

No dejo de sorprenderme su respuesta acerca  de cuáles  son aquellas motivaciones para salir a combatir un virus teniendo la opción de permanecer en casa. De inmediato  me contestó: “lo hago por  vocación, está todavía en desarrollo, pero me gusta ayudar  y esa es mi vocación”.  Tal tipo de involucramiento y dedicación solo es posible  a partir de dicha vocación que detona el interés y la calidad humana que la moviliza.

Aldana y  sus iniciativas por ayudar y colaborar con la comunidad increpan de manera directa los discursos imperantes que tienden a ver a las juventudes con tintes negativos, como un grupo meramente apático que aún  no  cuenta con las “aptitudes necesarias” para ser  considerados  sujetxs con voz propia.

En  el marco actual,  las múltiples historias de lxs jóvenes nos permiten reconstruir un relato acerca de cómo se han modificado rotundamente sus habituales modo de vida. Desde  las formas que encuentran  para desenvolverse y readecuar sus propias rutinas en plena cuarentena, hasta las nuevas modalidades de participación atravesadas por modos muy diferentes de socialización con el otrx.

El reconocimiento de todas las voces, el modo en que lxs jóvenes miran el mundo, los sentidos y significados que le atribuyen a sus prácticas cotidianas; se vuelven un hilo conductor que direccionan el modo en que deben ser construidos los espacios de participación. Poner el énfasis en el valor de sus creencias e interpretaciones del mundo que habitan, permite que logren manifestar su identidad sin ningún tipo de soslayamiento y tergiversación por parte de los discursos adultocéntricos .Quizás lxs jóvenes hoy nos estén hablando más que nunca y sea necesario brindarles los espacios necesarios  para comprender sus complejas realidades.

 

* Soy estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política y la Licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Córdoba.
**La entrevista a Aldana se realizó a través de redes sociales, ella es estudiante de Medicina en la Facultad de Ciencias Médicas – Universidad Nacional de Córdoba.