Toda actividad en cuarentena se hace con familia

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Por María Fernanda Ferrari

Tarea: Mandarle al director del coro de la FCS, Ariel Borda, un video cantando el fragmento de la canción “Aguas de la Cañada de 2 minutos 20 de duración aproximadamente.”

7 de abril, día número 20 de cuarentena. El director nos da la siguiente actividad: “Cantaremos AGUAS DE LA CAÑADA. Deben repasarlo lo suficiente, como para no tener dudas melódicas. Le pedí a Horacio Sosa que grabe la guitarra base. Apenas la tenga voy a enviarles audio de cada voz cantada, para referencia definitiva de la dinámica. A estudiar mucho!!! Voy a estar disponible vía chat para asesorar a los que necesiten, para que nadie quede afuera. Abrazo grande!!!”

Como en el mensaje dice que enviará audios luego, ni lo pienso, espero esas instrucciones para empezar a practicar, además, no tengo la letra, a la carpeta me la dejé en la oficina y no puedo ir a buscarla.

Dos días después mandan por WhatsApp las partituras y audios de apoyo, miro la hora, 20.30, ya no hay tiempo para la práctica, me siento cansada, lo dejo para mañana.

Pasan 4 días más y mandan audios con la voz cantada, a los anteriores no alcancé a escucharlos así que pensé: qué bueno, acorto el tiempo de ensayo. Y sí, en cuarentena voy a trasmano, con las horas de sueño, con las tareas escolares, los quehaceres domésticos, con el trabajo online, mal llamado trabajo remoto, -porque de remoto…. no tiene nada- y ni hablar si debo compartir la computadora con los otros cuatro integrantes de mi familia, en fin, no alcanza el día para tantas cosas y bueno, hago lo que puedo.

Día 28 de cuarentena, ayer estuve un rato ensayando la canción, como una hora, ya me siento con más confianza en la melodía, pasé la letra en grande porque tengo problemas para memorizarla y será mi machete al momento de grabar el video. Me falta firmeza para respetar los tiempos y el ritmo, así que decido seguir repasando antes de grabarlo.

Al día siguiente, luego de mi jornada laboral (que ahora realizo a la mañana mientras mis tres hijas duermen y que antes realizaba por la tarde, mientras estaban en el colegio) retomo el ensayo, centro mi atención en la guitarra y las entradas y en los momentos en que debo respirar para no quedarme sin aire; al finalizar me siento lista para grabarla, veo la hora, repaso en mi mente todas las cosas que tengo para hacer todavía: (ni cocinar ni lavar los platos esta vez, porque se encargó mi esposo) reunión de padres del colegio vía zoom a las 15.30, ayudar a mi hija más pequeña con sus tareas escolares de 1er grado, preparar la cena, en fin, lo dejo para mañana pensé, sabiendo que se podía entregar hasta el sábado, según informaron en el grupo.

Día 30 de cuarentena, viernes, ¡¡¡¡hoy voy a grabar el video sí o sí!!!!, me dispongo tipo 17 hs a repasar la canción, luego me peino, me cambio, me pongo los lentes de contacto, me delineo los ojos y le pido a mi hija mayor que me filme, pasa una media hora más o menos entre que ella viene, ordenamos el lugar, vemos la luz y todo. Ella cortó sus actividades de 1er año del secundario un rato antes para poder filmarme, si en casa no colaboramos entre todos/as es muy difícil avanzar con las tareas que cada quien tiene.

Comenzamos, toma 1: Arranco pero con mucha potencia, no me convence, corto antes, me escucho y me veo, demasiado encorvada, me falta sonreír, vamos con la toma 2 le digo a Valentina. Comienzo nuevamente, pasan por la ventana unas vecinitas corriendo y el perro ladrando, se escucha toooodo en la grabación, de nuevo corte. Tercer y cuarto intento igual, los ladridos de los perros persistían. Ya en la toma 5 los perros no estaban, vamos por la mitad de la canción y pasa mi esposo por el living y Florencia, la más pequeña (que nos escuchaba y la teníamos penada que emita ruidos), le pregunta algo, de nuevo corte. Toma 6 a 8 ya estamos tentadas, si no soy yo es mi hija que me graba. Toma 9, veníamos bien y se corta el video, no había suficiente espacio de almacenamiento en el teléfono, nos tomamos unos minutos para que borre archivos, lo volvemos a intentar; para esto ya son como las 18.30 de la tarde, pero no hay caso, el espacio sigue siendo insuficiente, así que le pedimos prestado el teléfono a Daniel y ahora sí va de nuevo. Toma 12, ya mi cuerpo iba adquiriendo más tensión, Valentina, me hacía señas de que sonría, de que me relaje…. decido grabar sentada (aunque para tomar aire no es lo mejor), sucedieron las tomas 13, 14 y 15, con ruidos de sillas que se corrían, puertas de la casa que se abrían y cerraban, conversaciones telefónicas del otro lado de la casa, tentadas, que se caía la letra, que temblaba el pulso y salía movido, que sonaba un mensaje en mi celular y cuando veo era una compañera de cuerda que me contaba contenta que recién había mandado el video, me alegré mucho por ella y a la vez me generó más ansiedad, que la tensión, que el cansancio, que la desconcentración, y ….. siempre surgía algo.

Hasta que tomé aire, muuuuuuucho aire y respiré hondo, taaaaaaan hondo que todo el aire llenó mis pulmones y hasta me quedé sin aire y me olvidé de que tenía que cuidar la garganta para cantar y salió de mí un grito desde lo más profundo de mi Ser, porque quería ser oída, sí, y así fue, se quedaron todos mudos y sorprendidos. No me acuerdo que dije, pero le pedí a Daniel que se vaya al patio con mis otras hijas, y me dejaran SOLA con Valentina (ya demasiados espectadores había tenido) y caminé a la par de los tres acompañándolos con pasos apresurados y firmes (como si fuera un patovica que va empujando pero sin tocar, a los revoltosos que quiere que salgan del boliche) sí, y hasta que me aseguré que estuvieran afuera no cerré la puerta. Miré a Valentina, respiré hondo y le dije: vamos a lograrlo.

Grabamos la canción, ya pasadas como 2 horas de la primera toma, casi al final me dio vuelta la letra antes de tiempo así que parafraseé una palabra media inventada pero manteniendo la melodía para zafar y así concluimos, al FIN!!!!

Y ahora hay que mandarlo, pesadísimo el archivo, no se cargaba, apagar computadora y televisión, revisar que ningún otro dispositivo estuviera conectado (nuestra señal de internet es muy débil y no ayuda), todo esto requiere conocimientos de tecnología que no tenemos y que poco a poco vamos aprendiendo porque este tiempo nos lo exige. Se me ocurrió mandarlo por correo, así que descargué el video en la máquina, ya para ese entonces eran las doce de la noche, no sólo descargué el video, sino que un rato antes ya me había descargado con lágrimas, parece que venía acumulando hacía muchos días, muuuuuchas cosas y ahora me sentía más liviana, aunque la contractura muscular seguía.

Más tranquila, sola frente a la computadora y en el medio de la noche, con ese silencio ensordecedor que ansié unas horas antes para poder lograr mi meta, volví a intentarlo, pero el archivo no se adjuntaba. Desistí ese día (que ya era el otro porque era de madrugada), ya todos estaban en sus habitaciones, yo también voy a descansar, lo necesito, me dije, seguramente mañana temprano podré mandarlo, pensé confiadamente.

A la mañana siguiente, sábado 19 de abril, día 31 de cuarentena, último día para enviar el video, logré adjuntarlo y mandarlo por correo. Ahhh, suspiré aliviada.

Le escribí a Ariel avisándole y en tres renglones le confesé lo que me había costado el silencio en casa y la subida del archivo pesado y me aventuré a que no fuera demasiado tarde. A las dos horas me llegó el siguiente mensaje de él: “Hola Fer!!! Ahí lo estoy descargando. Está buenísimo!!! Bien cantado!!! , para poder grabar y enviar videos largos por WhatsApp, hay que bajar la definición a la cámara, se hace en configuración dentro de la función máquina de fotos del celu. De todos modos, creo que no voy a tener inconvenientes con el tamaño de tu video. Abrazo grande!!!”

No les puedo explicar lo que sentí al recibir ese mensaje, después de tanta odisea, de todas las peripecias lo logré!!!!! Y ahí es cuando pensé: valió la pena esforzarse, dedicarle tiempo a algo que me hace bien y más vale la pena si al ver el producto final, del que sólo soy un granito de arena, llega a los corazones de quienes están solos, alegra un ratito las vidas de quienes están tristes, distrae a quienes están preocupados o enfermos, en fin, este es el fin de uno de mis relatos en cuarentena, un capítulo de mi agitada vida de mujer, madre, esposa, trabajadora, hija, amiga y amante de la vida, de la música y el arte. Mi nombre, María Fernanda Ferrari.