Mujeres y pandemia: trabajos de cuidados en sectores populares

Volver

Por María Luz Pastore y María Amor Martínez*

 

Como estudiantes del 5to nivel de la Licenciatura en Trabajo Social, nos encontramos realizando el proceso de intervención pre-profesional en vinculación con la Secretaría de Extensión de la Facultad de Ciencias Sociales. El trabajo estuvo orientado principalmente a visibilizar y socializar los trabajos de cuidados que realizan las mujeres(1) de la Ciudad de Córdoba, con énfasis en aquellos que se están sosteniendo en el contexto de Covid-19.

 

En concreto, mantuvimos diálogos de manera virtual con mujeres que habitan distintos puntos de la Ciudad de Córdoba. Las entrevistadas se caracterizan por realizar trabajos comunitarios en diversas organizaciones territoriales/barriales y/o participan en múltiples luchas en sectores populares de nuestra ciudad.  A partir de ello, observamos que, aunque en todos los espacios se realizan trabajos comunitarios, en cada territorio particular las mujeres ocupan diferentes posiciones sociales y construyen diversas identidades.

En primer lugar, partimos de entender que el contexto actual, no ha sido vivido, ni está siendo experimentado de igual manera en todos los territorios. Comprender esto nos permite observar cómo en determinados espacios adquieren fuerte protagonismo las organizaciones territoriales. Entendiendo que la emergencia sanitaria Covid-19 golpea de manera más violenta en los espacios que se caracterizan por la histórica vulneración de derechos.
Dichas organizaciones son sostenidas mayoritariamente por mujeres, vecinas y compañeras colectivamente construyen los espacios comunitarios. Y que, particularmente en momentos de crisis, como la que estamos viviendo, ellas se vuelven aún más relevantes, posibilitando las estrategias de supervivencia y defensa de los derechos de las comunidades.

En este punto, aunque los territorios que habitan las mujeres no son homogéneos, los mismos se caracterizan por la materialización de diferentes desigualdades sociales producto de la sociedad capitalista, patriarcal en la que vivimos. Entre las que podemos encontrar los obstáculos en el acceso a la salud y a la alimentación, las cuestiones ambientales y en el acceso a la tierra, y las problemáticas vinculadas al género y a las disidencias sexo genéricas que atraviesan transversalmente a todos los ejes y territorios. De esta manera, los territorios se encuentran marcados significativamente por la constante lucha por el reconocimiento, conquista y defensa de los derechos.

Entendemos que las acciones que realizan las mujeres en las organizaciones comunitarias/territoriales forman parte de la diversidad de trabajos no remunerados que las mismas asumen. Así la organización colectiva de y en los espacios comunitarios son entendidos como trabajos de cuidados. Cuando hablamos de trabajos de cuidados(2) hacemos referencia a todas aquellas actividades destinadas al bienestar de las personas en su vida cotidiana tanto dentro de los hogares como en las comunidades.

De esta manera, no solo abarcan la provisión de alimentos, el abrigo, la salud y la higiene sino también contemplan el acompañamiento, el apoyo, la transmisión de valores y prácticas. Así la división sexual del trabajo vigente en el sistema capitalista patriarcal asigna dichos trabajos de cuidados a las mujeres, convirtiéndolas en las principales cuidadoras en nuestra sociedad.

En los diálogos establecidos quedaron evidenciados los distintos trabajos de cuidados que históricamente llevan a cabo las mujeres y que actualmente en pandemia, se han sostenido e intensificado en cada una de sus comunidades.
Dichos trabajos van desde brindar raciones de comida diaria, elaborar bolsones de alimentos, acercar medicamentos, apoyo escolar a niñes, como así también fabricar/repartir insumos de higiene para prevenir los contagios y el asesoramiento para acceder a determinadas políticas públicas impulsadas en este contexto de emergencia. Además, en los territorios, se realizan actividades que implican el acompañamiento cuerpo a cuerpo en situaciones de violencias de género. Como así también en situaciones de salud-enfermedad, teniendo en cuenta a la salud desde una mirada integral que comprende múltiples aspectos (lo físico/biológico, lo psicológico y social, entre otros).

Particularmente, en algunos territorios se ha asumido la compleja tarea de acompañar las situaciones de violencias que atraviesan las mujeres y disidencias sexo genéricas que habitan las comunidades. Frente a dichas situaciones en las distintas comunidades se han creado protocolos de acción, se han establecido vinculaciones con otras organizaciones, se han dictado talleres/capacitaciones, entre otras estrategias. Buscando así, visibilizar las problemáticas de género que atraviesan a los territorios y que se vieron agudizadas por el aislamiento social, preventivo y obligatorio.

A partir de esto, entendemos que los trabajos de cuidados también contemplan al trabajo de relación (González, Nucci, Soldevila, Ortolanis y Crosetto,1999,p.46), el cual se refiere a la actitud, el esfuerzo y la importancia de lo afectivo para sostener las relaciones dentro de las comunidades.

Sin lugar a duda, este componente afectivo, se vio expresado en el sentimiento y sentido de pertenencia que las mujeres construyen hacia sus comunidades. Asimismo, el trabajo comunitario es una gran marca identitaria en la vida de las mismas, es decir que asumen como propias las luchas y necesidades de los territorios. Expresan fuertes sentimientos por el lugar y su gente, y por apostar constantemente al trabajo colectivo.

Así, podemos decir que las nociones de cuidados circulan de distintas maneras en cada territorio, pero en definitiva entendemos que cuidar es poner el cuerpo y asumir responsabilidades colectivas. De esta manera, observamos cómo las mujeres son quienes ponen el cuerpo cotidianamente, haciendo frente a las urgencias y dificultades que se les presentan en los ámbitos familiares/comunitarios. En donde ese “hacer frente” implica elaborar diversas estrategias y maneras de dar respuesta a obstáculos particulares.

En palabras de las entrevistadas, asumir estas actividades diariamente implica esfuerzos y tiempos, lo cual también conlleva asumir responsabilidades extras que muchas veces generan cansancio, más aún en contexto de pandemia. En este punto hemos consultado a las mujeres cómo describirían en pocas palabras este contexto y utilizaron expresiones como: intenso, complicado, cansador, como manera de resistir, como transformación, entre otras.

Estas palabras y reflexiones dan cuenta de una sobrecarga de tareas que asumen las mujeres. Es decir, que no solo se trata de los trabajos comunitarios sino también de las responsabilidades y quehaceres dentro de sus hogares y en el mercado laboral produciéndose de esta manera en muchas oportunidades múltiples jornadas de trabajo. Durante la pandemia las mujeres han sostenido esta multiplicidad de actividades pese a las sensaciones de incertidumbre y miedo al contagio. Como así también, durante momentos de tristeza, angustia debido a duelos propios del contexto.
Teniendo en cuenta lo planteado hasta aquí, consideramos fundamental reconocer que históricamente los trabajos de cuidados han sido asignados a mujeres, y por lo tanto, naturalizados e invisibilizados. Mayoritariamente estos trabajos no son reconocidos simbólica y/o económicamente, ni por el Estado ni por el Mercado y en muchos casos, tampoco por las comunidades y familias, incluso ni por ellas mismas. Produciendo así, la naturalización de las desigualdades de género propias del sistema capitalista patriarcal.

Los trabajos de cuidados familiares y comunitarios se siguen encubriendo bajo la idea de la solidaridad, el amor y la empatía. Esto hace que el Estado delegue gran parte de su responsabilidad social a las mujeres, no solo al interior de las familias sino también dentro de las organizaciones sociales.

El reconocimiento de estos trabajos se torna imprescindible en tiempos de crisis, en los que nuevamente se intenta imponer que los problemas y necesidades son individuales; entendiendo que cada persona debe afrontar las dificultades que se les presenten de manera aislada. Sin embargo, en los territorios es evidente que frente al avance de estas posturas y cuando el Estado se corre de sus funciones, las organizaciones territoriales y sobre todo las mujeres de los espacios son quienes resisten y buscan dar respuestas a sus comunidades.

Es por ello que, en contextos complejos como el actual y paradójicamente, a pesar de la decisión de aislamiento/distanciamiento social, se intensifica el trabajo colectivo. Trabajo que es posible gracias a los saberes y conocimientos que poseen las mujeres acerca de los territorios y que les permiten interpretar las necesidades que surgen en cada uno de los escenarios.

En consecuencia, entendemos a la participación comunitaria “como sinónimo de cooperación, de ser parte de, de intervención; de ocupación, de asistencia; como acto de aparición en el ámbito público barrial” (Echevarría y Bard Wigdor, 2014,p.3). Convirtiendo de esta manera a las mujeres en protagonistas fundamentales de los escenarios territoriales ya que son quienes se organizan para solucionar las dificultades cotidianas.

Teniendo en cuenta lo planteado hasta aquí, consideramos central que desde la Ciencias Sociales y particularmente desde el Trabajo Social se asuma como desafío reconocer y aportar a la visibilización y reconocimiento de los trabajos de cuidados. Esto implica valorar la lucha de todas aquellas mujeres que ponen sus cuerpos, tiempos, esfuerzos y trabajos al servicio de la resolución colectiva de necesidades en las comunidades.

Así, creemos imprescindible no solo visibilizar los trabajos de cuidados sino también entender a los cuidados como derechos. A partir de ello Amaia Pérez Orozco (2009) nos propone abrir el “debate democrático sobre quién debe cuidar, a quién, cómo, dónde y a cambio de qué” (Citado en Silvestre, Aristegui, Beloki, y Royo, 2017,p.5).

En este sentido, la lucha por la interpretación de las necesidades da cuenta de procesos/negociaciones construidos socialmente, produciendo efectos en la definición y priorización de las necesidades (Fraser, 1991, Citado en Aquin, 2013). Por ende, consideramos fundamental reivindicar la capacidad transformadora de las políticas públicas en general y específicamente de aquellas vinculadas a los cuidados.

Disputar el sentido de las mismas nos permitirá reconocer que los trabajos de cuidados se han construido / instituidos en base a las desigualdades de género, clase y raza que atraviesan a las mujeres en los sectores populares. De esta manera, es imprescindible trabajar en el diseño de políticas públicas que promuevan la valorización simbólica y material de los trabajos de cuidados, incorporando los aportes de los movimientos feministas y de las ciencias sociales críticas.

Finalmente, agradecemos a las mujeres que históricamente han asumido estos trabajos en los ámbitos familiares y en los territorios, que continuaron sosteniéndolos y profundizándolos en épocas de pandemia. Y que a su vez, sumaron a sus actividades la participación en los diferentes diálogos que propusimos, dedicándonos su tiempo, saberes y experiencias:

– Asociación Civil IVANA – Barrio 23 de Abril
– Ser Trans Córdoba – Córdoba Capital
– Organización “Fuera Porta” – Barrio San Antonio
– Barrio Parque Esperanza- Juarez Celman
– Las Omas – Camino a Chacra de La Merced
-Centro Vecinal Villa Páez y Red Pueblo Alberdi – Barrio Villa Paez
-Organización UnidHos – Barrio Villa El Libertador
– Merendero Arte y Juego – Barrio Patricios Norte
– Frente de Mujeres del Movimiento Evita – Red de Mujeres Seap – Barrio San Ignacio
– Hogar Dia Polo – Barrio Villa Urquiza

(1)Cuando utilizamos el término “mujeres”, comprendemos que este engloba las multiples formas de autopercepcion tales como mujeres cis, mujeres lesbianas,mujeres trans, mujeres travestis, mujeres bisexuales. Dando cuenta así de las diversas identidades que se encuentran subordinadas, en relacion a “lo masculino” en el sistema capitalista-patriarcal-heteronormativo vigente.
(2)De esta manera, siguiendo a Corina Rodriguez Enriquez (2007), los trabajos de cuidados presentan múltiples dimensiones, lo que involucra diversas relaciones entre las personas que cuidan y son cuidadas.

Bibliografía
Aquín, Nora (2013). Intervención social,distribución y reconocimiento en el postneoliberalismo. Debate Público. Reflexión de Trabajo Social(5), 65-76.
Echevarría, Corina y Bard Wigdor, Gabriela (2014). Continuidades y rupturas: sentidos políticos del trabajo barrial de las mujeres. Kairos: Revista de temas sociales, (34), 3.

González C., Nucci, N., Soldevila A., Ortolanis E. y Crosetto R. (1999) Necesidades y satisfactores en el espacio social familiar. Informe de investigación con Aval de la SECyT de la UNC para el Programa de Incentivos. (mimeo)

Rodríguez Enríquez, Corina. (2007) Economía del cuidado, equidad de género y nuevo orden económico internacional. En publicación: Del Sur hacia el Norte: Economía política del orden económico internacional emergente. Girón, Alicia; Correa, Eugenia. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Octubre.

Silvestre, M., Aristegui, I., Beloki, U. y Royo R. (2017) La feminización del cuidado y su impacto en la empleabilidad de las personas cuidadoras perceptoras de ayudas sociales. Documento para su presentación en el VIII Congreso Internacional en Gobierno, Administración y Políticas Públicas GIGAPP. (Madrid, España).

 

*Estudiantes de 5° año de la Licenciatura en Trabajo Social – FCS