Volver a Jóvenes en cuarentena
Por Pablo Oscar Salinas*
Develar restricciones y estrategias de jóvenes de sectores populares en relación al acceso a la educación en tiempos de aislamiento social y preventivo**
Si bien las medidas de carácter preventivo y obligatorio que ha adoptado el Gobierno Nacional – en articulación con las gobernaciones e intendencias de todo el país- de mantener un distanciamiento social entre los habitantes del territorio argentino son de una necesidad imperiosa para el resguardo de la salud, la realidad concreta refleja que dentro de dicho territorio existen una multiplicidad de experiencias barriales con características propias de cada contexto socio-político, económico y cultural, evidenciando, con mayor crudeza que antes, las desigualdades en las condiciones concretas de existencia y las posibilidades objetivas que poseen (o no) las/os habitantes de estos territorios de poder cumplir de manera efectiva y salubre la cuarentena.
Es en este aspecto de la desigualdad de oportunidades que se considera la situación de Mica y Noe, dos hermanas provenientes de las periferias de la zona Oeste de la ciudad capitalina de Córdoba, quienes además de la imposibilidad de acceder a una red de conectividad wifi para llevar adelante las tareas escolares y trabajos prácticos, se encuentran con las restricciones propias de la institución educativa a la que ambas concurren y emplean, en paralelo, estrategias que posibiliten acceder mediante otros canales a los materiales de lectura obligatoria.
La importancia de develar lo “oculto”
Quienes trabajamos con jóvenes de sectores populares desde diversos espacios institucionales, de investigación, militancia, etc., sabemos que en los espacios pueden existir dos formas (no únicas) de mirar al mundo de las juventudes: por un lado, la directa invisibilización y/o minimización de las problemáticas que acontecen a jóvenes, así como también -y en menor medida aún- de sus aspiraciones, sus sueños, las formas de organización familiar o colectiva que emplean entre elles, sus proyectos y una infinidad de etcéteras. Por otro lado, podemos caer en la tentación de intentar “darle voz a los que no tienen voz” como expresión de jóvenes no son poseedores ni propietarios de una voz propia, una voz única que los hace singularmente distintos a los demás, y por supuesto, nos sitúa a quienes nos encontramos en el trabajo cotidiano, en una posición asimétrica de poder y en un posicionamiento de “acreedores” de dicha voz, ya sea por nuestra buena voluntad, por los distintos capitales que hemos acumulado o por mero altruismo.
En contraposición con ambas lecturas las/os jóvenes cargan con realidades diversas y heterogéneas por develar, por visibilizar y de-mostrar en el mundo contemporáneo de hoy; además de una larga y postergada lista de cuestiones por decir, así sea en formato de denuncia, subiéndose a un escenario o en una ronda “tirando free”, marchando por una avenida céntrica, cantando un cuarteto idiosincrático o expresándolo en el cuerpo yendo al baile.
Por supuesto que jóvenes tienen voz (algunas/os hasta diría, voces increíbles) Lo que quizás hoy se les encuentra privatizado y lejos de su alcance -oculto-, son los medios, los espacios y los canales por donde hacer circular y escuchar esa voz. Tal vez se encuentre allí uno de los fundamentos del porqué escribir esta crónica: el poder vehiculizar los medios académicos disponibles para hacer visible -develar- la voz (o escritura) propia de estos jóvenes.
Conectividad, restricciones y estrategias
A continuación, presento la crónica que relata de forma breve y detallada la situación de la falta de conectividad de Mica y Noe, y las implicancias que esto conlleva en su rendimiento académico.
Lunes, 27 de abril de 2020
Villa El Sauce, Córdoba Capital.
Mica tiene 16 años, vive en El Sauce y va al secundario.
Actualmente, debido a la situación de aislamiento social obligatorio y preventivo, en su escuela, docentes están mandando las tareas y trabajos prácticos a través de un Drive.
Mica manifiesta que a ella le está yendo bien en la escuela, porque a pesar de no tener conectividad de wifi en su casa, ella le pide a su amiga (que aparentemente si tiene wifi) que le mande “capturas” (screenshot) de las tareas que mandan, así ella las puede desarrollar y se las envía a su amiga, quien se encarga de mandárselas a su vez a profesores.
Sin embargo, Mica comenta que su hermana Noe no cuenta con la misma suerte.
Noe también va a la misma escuela que Mica, pero ella no está pudiendo hacer las tareas porque, como es nueva en su curso, no tiene ninguna amiga o conocida que le facilite la tarea por WhatsApp.
Mica se comunicó con el director de la escuela para notificarle de esta dificultad que se le presenta a su hermana y el director le respondió que aquél (el Drive) es el único medio institucional para realizar la tarea. Así sin más.
Se le dijo a Mica que intente solicitarle al director el contacto de alguna de las profesoras de Noe o buscarlo por sus propios medios, para que la docente pueda llevar a cabo un reclamo más efectivo y legítimo de la situación de su estudiante, o en su defecto sino -de manera extraacadémica- hacer aquello que la amiga de Mica hace por ella. Así que “van a ver qué onda con eso”.
*Estudiante de la Licenciatura en Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Ayudante alumno en el proyecto de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares despliegan en contextos y tiempos de restricciones”.
**La presente crónica es producto de una conversación vía WhatsApp que sostuvo una compañera de militancia eclesiástica-social con Mica, una joven de dieciséis años oriunda de Villa El Sauce, de la ciudad de Córdoba Capital.