Rururbanidad en tiempos de pandemia (de cómo descentrar la mirada)

Volver a Jóvenes en cuarentena

 

Por Antonella Gómez y Belén Sabattini*

Sobre la ruta C45, en dirección a Alta Gracia, nos topamos con una garita de colores, una entrada con su camino de tierra y un cartel que deja leer “Paso de Piedra”, barrio privado: ¡Ofrece los mejores loteos sobre la falda de las sierras! Estamos en Punta de Agua1, un pequeño barrio rururbano de la localidad cordobesa de Malagueño, que se caracteriza por encontrarse a 15 km del centro de dicha ciudad. Si bien no se dispone de datos oficiales respecto al número poblacional con que cuenta este espacio territorial, se estiman aproximadamente 800 habitantes. El concepto de “rururbanidad”, de la Lic. en Trabajo Social Mariana Gamboa (2018), intenta reunir una multiplicidad de situaciones que refieren a aquellas zonas rurales que presentan ciertas mixturas con lo urbano, escenarios complejos donde la tenencia de la tierra se da de manera particular ante el avance de la frontera agropecuaria o del mercado inmobiliario, donde el crecimiento poblacional se encuentra en constante aumento, sin planificación alguna, arrojando a gran parte de la población a la pobreza y la indigencia, y por ello, a la violación de sus derechos básicos: falta de acceso al agua potable, a la luz de red, al saneamiento ambiental, a empleos formales, entre otros. Cuestión que se manifiesta también en la fragmentación material y simbólica de la Córdoba actual.

Invitamos al lector a imaginarse caminando por este espacio territorial y a esperar que sus zapatos y ropa se llenen con un poco de tierra. El barrio se configura al son de un ancho camino principal de tierra; mientras se avanza por su lado izquierdo, con cuidado de los camiones que transportan tierra y materiales cada tanto, y de las camioneta 4×4 de alta gama que se pierden en dirección al country, unx puede observar que allí no existe configuración de damero alguna, muy común a los planeamientos urbanísticos. Muchas casas comparten sus patios, un mismo lote es el espacio de convivencia de varias construcciones y de usos variados. En esta mixtura se intercalan cortaderos de ladrillos,ubicados en los patios de las viviendas y pequeños caminos que desaparecen tras la flora autóctona y que para un foráneo pueden parecer laberínticos. Por detrás, haciendo una toma panorámica sobre la falda de las sierras, se desperdiga el country con sus casas grandes y sus dueños anónimos.

Recientemente hay nombres de flores en las calles más definidas. La Municipalidad se encargó de colocar la señalética, al igual que una nueva y gran lomada. Lxs pibes prefieren seguir hablando de “El Alto” – también conocido como “La Juanita”, donde se ubica la escuela y la vieja molienda -, y “El Bajo” – la zona más cercana a los hornos de ladrillo y a la ruta. “La casa de tal”, “cerca de la garita de la curva”, “el merendero de la mamá de Tonito1”, “el periférico”2 son los puntos de ubicación más mencionados. Es preferible utilizar los atajos por “las huellas” que atraviesan las chacras (que se profundizan día a día y se señalizan con botellas y tachos) para llegar más rápido a algún lado.

Después de caminar 4 Kms., esta gran calle de tierra termina al toparse con una iglesia católica y otra evangelista, un pequeño espacio delimitado como plaza con juegos, la garita donde para el colectivo interurbano y más al fondo, la escuela. Edificio que contiene, por el horario de la mañana, el nivel inicial y primario, y por la tarde, el nivel secundario. Al frente veremos una cancha. En estxs días donde en la tele no se habla más que de pandemia, lxs changxs más chicxs no salen a jugar a la pelota; se quedan en sus patios mientras sus madres ceban unos mates aprovechando la tibieza del sol de la siesta.

Lo rural y lo urbano no se presentan como excluyentes, es importante alejarnos de una posición etnocéntrica/adultocéntrica que ponga lo urbano como parámetro de lo juvenil. Pensar las juventud(es) rurbanas en clave de accesibilidad, vulneración y/o reparación de sus derechos en el actual contexto de aislamiento social obligatorio decretado por la pandemia del virus COVID-19, es meritorio para construir miradas descentradas de lo que ocurre solo en la urbanidad, miradas decoloniales que recuperen lo invisibilizado: los saberes populares juveniles y sus estrategias del vivir cotidiano. Variables como educación, trabajo y participación adquieren lógicas particulares en las experiencias y formas de ser joven en las coordenadas específicas de PdA.

Muchxs de lxs jóvenes pertenecientes al barrio y a zonas aledañas – parajes y campos cercanos -, que podríamos identificar en tanto juventudes rurales de sectores populares, asisten al IPEM local N°345; una gran parte de ellxs se caracteriza por ser trabajadores y algunxs provenir de familias/UD migrantes de Bolivia, de localidades y/o provincias vecinas. Ivi, Miguel, Luciana y Leila son algunos de lxs jóvenes que viven aquí. Leila y Miguel, tienen 18 y 19 años, egresaron en 2019. Mientras que Luciana tiene 16 años, cursa 4to año e Ivi de 13 años, esta en 2do. Todxs tienen en común el haber sido o ser lxs delegadxs de sus cursos, compartiendo la preocupación de que en su escuela funcione, en algún momento, un Centro de Estudiantes.

Todo está bastante silencioso, más que de costumbre. Es mediodía, y hoy la Lucy, una de las tutoras de la escuela, no estuvo en la entrada esperando con su auto gris, para ir recogiendo a lxs chicxs que se dirigen al colegio. Lxs pibes que asisten a la escuela apenas si pudieron compartir solo unas semanas antes de que se decretara la cuarentena. Lxs adultxs de la escuela rápidamente acordaron organizarse continuar con clases y actividades mediante WSP. El acceso a la virtualidad en PdA se da de maneras complejas. El internet de la escuela a veces funciona y a veces no, por lo que corre por cuenta propia de lxs jóvenes y sus familias el acceso a abonos o cargas de credito. El personal docente entendiendo las dificultades para acomodarse en esta nueva formas de sociabilidad y aprendizaje a través de pantallas, decidió organizarse con horarios de consulta durante la siesta (respetando el horario habitual de cursada); aun así las tutoras docentes1, siempre un poco más compinches con “sus chicos”, decidieron tener sus celulares disponibles para consultas la mayor parte del dia.

Lxs jóvenes relatan que realizan sus entregas por allí, que “hasta ahora lo llevan bien” y tratan de ayudarse lo más que pueden a través de sus grupos o de pedir ayuda a sus xadres. Mercedes, tutora, cuenta preocupada que la situación se complejiza aún más en aquellxs jóvenes que viven en zonas rurales muchos más alejadas o de difícil acceso. Muchxs de ellxs no cuentan con servicios como luz o agua de red; se utilizan motores a nafta o velas y por ende el WiFi es un servicio mas que inaccesible. Es allí, donde hacer colectas para cargarles créditos a sus estudiantes se vuelve indispensable.

En cuanto a lxs chicxs que ya egresaron, refieren estar centrados en sus trabajos y en las dificultades para sostenerlos. Este año, Leila eligió posponer su ingreso a psicología, ya que quedó debiendo dos materias del secundario, y aparte le salió el trabajo de promotora para una empresa de viajes de egresados, que se caracteriza por ser un empleo circunstancial y por comisiones. Miguel, orgulloso, cuenta que su papá decidió poner un taller mecánico en su casa, y delegar en él el trabajo de jardinería que habitualmente realizaba en los countries. Unx reconoce su casa desde lejos, es aquellas que tiene el césped verde y perfectamente cortado. Relata que para continuar con su trabajo tuvo que gestionar el certificado de circulación necesario, determinación que tomó el gobierno nacional en la fase 2 de cuarentena. El hecho de contar con una camioneta propia para moverse le facilitó continuar aunque sea mínimamente con su empleo.

La dimensión del trabajo no es una cuestión que pueda ponerse en suspenso para muchxs jóvenes de PdA. Tal y como cuenta Miguel, sus amigxs varones continúan con sus “changas” eventuales – dentro de lo posible – en los cortaderos de ladrillos o en los campos cercanos. Para Leila, muchas familias se encuentran complicadas, pues como la suya no están trabajando ni generando ningún tipo de ingreso. Lxs chicos coinciden en remarcar lo fundamental del Ingreso Familiar de Emergencia – como política pública nacional – para sus familias – unidades domésticas y de sus conocidxs: “más o menos con eso la pilotean”.

Otra cuestión central para afrontar este contexto donde las desigualdades y la incertidumbre se profundizan, ha sido la continuidad del servicio alimentario de PaiCor. Parte de las colectas realizadas por Mercedes, también se destinan a la compra de productos y alimentos en pos de diversificar los productos que consumen lxs jóvenes y sus familias, pues los bolsones proporcionados se encuentran compuestos en su mayoría por hidratos de carbono. Miguel menciona que su familia no se encuentra en condiciones tan malas, porque tuvieron la posibilidad de contar con alguno ahorros que están utilizando en esta coyuntura, pero aun asi, tiene conocimiento por medio de sus amigxs de que la Municipalidad también reparte bolsones de alimentos.

Las sensaciones que relatan lxs pibes son diversas y van desde la incertidumbre y “sentimientos” de no poder abrazarse o juntarse con lxs amigos y familiares, encuentran raro no poder tener una conversación frente a frente por que “los teléfonos no te dan esa satisfacción de escuchar la risa de esa persona al charlar”. Por otro lado, hablan abiertamente de su aburrimiento, de no encontrar muchas cosas para hacer, de estar encerradxs. Pero al mismo tiempo, lxs jóvenes relatan que se siguen juntando en alguna casa a charlar un rato: “los controles son menores entonces no juntamos unxs pocxs en alguna casa”. La rurbanidad acciona de manera particular en torno a las representaciones que circulan: si bien todxs remarcan cumplir con la cuarentena, es recurrente también en sus discursos que mencionen que al estar lejos de las ciudades, el riesgo de contagio se vuelve menor. Considerar aquí la dimensión participación no es menor; Ivi, al preguntarle qué le parecería realizar una reunión virtual de delegadxs o de la Asamblea de Jóvenes de Malagueño, se muestra abiertamente entusiasmada: “estaría buenísimo!!!”

Si bien reconocen que el uso de su tiempo libre se ve modificado en parte, lxs jóvenes en las coordenadas tiempo-espacio de su barrio, mantienen ciertos encuentros con sus amigxs que les ayuda a transitar este momento contextual de pandemia de formas distintas. Conservan la posibilidad de estar al aire libre, de salir a caminar, de andar a caballo y seguir realizando algunas actividades de recreación habituales para ellxs, aprovechando que los días todavía no están tan fríos: “Tengo amigos acá, vecinos nomas. Me junto aca en mi casa o en casa de ellos porque en la calles no se puede andar”, explica Miguel. Sus amigxs son vecinxs, las relaciones, los lazos afectivos también se configuran y mantienen en clave comunalidad y desde sus miradas, cuando se despiden de nosotras, se muestran preocupadxs porque estemos en la ciudad, que para ellxs es el espacio “del embole”, “del encierro”. Nos tiran un: “Uh! Allá debe ser un embole. Espero que esten bien”.

La siguiente crónica se construyó a partir de comunicaciones por WSP con cinco jóvenes de Punta de Agua y una de las tutoras docentes. Intenta reflejar lo más fielmente posibles sus vivencias y sentires.

*.Estudiantes de la Lic. en Trabajo Social de la FCS-UNC. Ayudantes alumnas del proyecto de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares espliegan en contextos y tiempos de restricciones”. Actualmente en proceso de redacción de tesina de la práctica pre-profesional de quinto nivel de la carrera, llevada a cabo durante el 2019 con jóvenes de un IPEM rural. Integrantes del equipo que viene facilitando y coordinando las Asambleas de Jóvenes del Consejo Municipal de Niñez de Malagueño.

1. En adelante PdA.

2. Los nombres fueron cambiados para preservar las identidades de lxs protagonistas. El relato se nutren de conversaciones en primera persona con lxs jóvenes y una tutora del IPEM, a través de WhatsApp.

3. Es una manera en lxs jóvenes se refieren al Centro de Salud.

4. Personal de apoyo a lxs estudiantes, comun a la organización pluricursos que es habitual en las escuelas rurales al contar con una matrícula pequeña.