Por Delegadas de Adiuc en Sociales
En esta situación por todes conocida y vivenciada de aislamiento preventivo obligatorio por el virus Covid-19, les docentes fuimos convocades a desarrollar nuestro trabajo en un nuevo contexto, ajeno al marco de regulaciones laborales vigentes: el de la educación en entornos virtuales, en condiciones de aislamiento en nuestros hogares, junto a nuestras familias.
La situación de “teletrabajo” en la que nos encontramos es completamente excepcional, el encuentro que se da en el aula con nuestra presencia física no puede ser reemplazada por la virtualidad. Nuestros planes de estudio y programas, como las propuestas pedagógicas y las instancias de evaluación, no han sido diseñados para la modalidad virtual. Por eso es muy importante comprender que no se trata de “educación a distancia”, la cual requeriría otra estructura organizativa, requisitos tecnológicos, saberes digitales específicos y otras formas de contratación laboral. Les docentes estamos realizando un gran esfuerzo, por fuera de nuestras competencias y regulación laboral, para garantizar la educación superior hasta que retornemos a las aulas.
Para asegurar el dictado de las materias debimos realizar de manera apresurada una “migración hacia lo virtual”, sin ninguna formación previa en el uso del aula virtual u otras herramientas tecnológicas, ni tampoco tuvimos la posibilidad de planificar y discutir con nuestros pares la readecuación de programas, la priorización de contenidos y la mejor forma de dictado en la virtualidad. En el relevamiento que realizamos de la planta docente de nuestra facultad (el 6 de abril de 2020), la mayoría de les docentes coincidió en la importancia de acompañar a les estudiantes en este momento de crisis sanitaria, pero también, advirtieron la sobreexigencia que tenemos docentes y estudiantes. En ese sentido, un gran número de docentes consideró que en este momento nuestro esfuerzo debe estar dirigido a enseñar y aprender, en mantener el contacto entre docentes y estudiantes, y no en evaluar contenidos. También surgieron interrogantes en relación a las materias prácticas y la dificultad de imaginar un “escenario virtual” para la realización de las mismas, las cuales se nutren del intercambio con las comunidades. Además debemos reconocer la masividad de muchas de las materias (especialmente de los primeros años), las cuales cuentan con una alarmante desproporción entre estudiantes y docentes (muches con cargos simples o semis y, en algunos casos con carga anexa). Ante esta situación, les docentes de los primeros años estamos tratando de generar espacios de encuentro (virtuales) entre nosotres para conversar sobre estrategias de dictado.
El “trabajo en la casa” pone en escena la diversidad de situaciones que existen entre les docentes. Nuestros hogares no están preparados para el “teletrabajo” y son les mismes docentes quienes tienen que proveerse (y pagar) servicio de internet y disponer de dispositivos tecnológicos adecuados. Del relevamiento que realizamos de la planta docente es importante señalar que un 47% tiene wifi con buena calidad, pero un 44% tiene regular o mala calidad de conexión y un 8% se conecta a través del teléfono celular. Esto significa que más de la mitad de les docentes no cuenta con buena conexión a internet, lo cual dificulta las tareas de virtualidad. La computadora personal es el dispositivo con que se cuenta en la mayoría de los casos, no obstante, un 16% no dispone de ella en forma exclusiva y un 7% cuenta solamente
con teléfono celular. El 65% cuenta con un espacio propio para su trabajo, mientras que el 35% trabaja en espacios compartidos.
Por otro lado, el 70% de nuestra planta docente son mujeres. Como sabemos, las tareas domésticas y de cuidado han recaído históricamente sobre las mujeres, y les docentes no somos una excepción. El traslado del trabajo al hogar es una situación que afecta a toda la familia. Para muches docentes trabajar en el hogar implica realizar la labor en un tiempo y espacio que se superponen con tareas domésticas y de cuidado de hijes y/u otros familiares. Muches docentes se ven obligades a trabajar por la noche o en condiciones de distracción permanente. De las personas que responden sobre tareas de cuidado en el relevamiento realizado, el 75% cuida a menores. Un dato relevante es que el 66 %, cuida a menores entre 0 a 13 años. Esto es, que se encuentran en edad escolar que requieren acompañamiento. El resto cuida mayores, personas con discapacidad y/o menores también.
Además advertimos que entre nuestros docentes algunes pertenecen a los grupos de riesgo frente al covid-19, sea por la edad o por presentar alguna patología (cardiopatía, diabetes, hipertensión, asma). Asimismo, algunes docentes trabajan en centros de salud o están afectades a tareas vinculadas a salud.
No debemos pasar por alto que estamos tratando de enseñar y aprender, en una situación de aislamiento inédito en un escenario de pandemia mundial, donde los casos de contagio en nuestro país se multiplican diariamente y donde los muertos y la violencia que está ocasionando esta pandemia inciden en nuestra subjetividad. El riesgo por el contagio de nuestres seres querides y de nosotres mismes, el contexto de incertidumbre económica y social, el mayor tiempo dedicado a las tareas domésticas (especialmente de limpieza de nuestros hogares) y la sobrecarga en las tareas de cuidado, además de la presión por cumplimentar el trabajo docente con herramientas tecnológicas que muches docentes no manejan o lo hacen de manera limitada, producen preocupación, angustia y malestar.
A pesar de esto les docentes hemos creado o actualizado las aulas virtuales de nuestras materias, hemos puesto a disposición el material de estudio, en algunos casos se elaboraron guías de lectura, mapas conceptuales, cuadros, también se ha seleccionado material disponible en la web, e incluso algunes docentes produjeron material propio (audios, videos, clases escritas).
Por eso, frente a este escenario tan adverso y teniendo como horizonte garantizar la educación pública superior, gratuita y de calidad, es que apelamos a la comprensión y empatía hacia todes quienes formamos parte de esta facultad. Es importante que podamos comprender también las condiciones reales de trabajo en la que nos encontramos les docentes. Seguramente hay mucho por mejorar, y en ese camino nos encontramos. Estamos convencides que sin comunidad (en la que podamos reconocernos en nuestra singularidad y con los efectos que estamos vivenciando en este contexto) no es posible sostener la educación pública, por eso se hace necesario (re)crear lazos de solidaridad y cuidado.