La intervención social abarca el conjunto de procesos y estrategias que tienen lugar en las políticas sociales y en las múltiples formas de acción colectiva que desarrollan los sujetos para el acceso a derechos y reproducción de su vida cotidiana.
Entonces, estamos reconociendo un campo de conocimientos que incluye al Estado como garante de derechos y regulador en los procesos de redistribución democrática de los recursos en las sociedades desiguales en las que vivimos, al igual que a la sociedad movilizada en torno a demandas, necesidades y reivindicaciones en la conquista de esos derechos, en la construcción e implementación de políticas y en los modos de acceso – o no acceso – a los mismos.
IS como concepto- categoría y como campo de conocimientos requiere de la remoción de criterios científicos que aún se resisten a reconocer que la producción de conocimientos es posible desde el diálogo de saberes, desde la categoría de praxis, desde la dimensión sentipensante, desde la investigación participativa, desde la sistematización reflexionada sobre las prácticas que suceden en el espacio-tiempo en el que los/as sujetos experimentan la desigualdad-dominación y, a la vez, la resistencia y la indignación.
Las formas de la acción social para abordar los problemas sociales han variado en cada momento histórico: de acuerdo a las instituciones en las cuales se gestaban esas formas de acción, de acuerdo a la definición social que se construía sobre los sujetos sociales a los que se dirigían dichas prácticas, de acuerdo a las prácticas de construcción de temas de agenda o prioritarios, de acuerdo a la definición de los problemas sociales; y todo ello, por supuesto, en el marco de las concepciones teórico-ideológicas en las que se fundaban los fundamentos y cuerpos teóricos de dichas formas de acción. Las concepciones atraviesan transversalmente las diversas instituciones en cada contexto, hegemonizando un modo de interpretar lo social que marca los debates sobre lo social en general y, también, al interior de cada este campo disciplinar/profesional.
Dentro de las tendencias que han tenido fuerte incidencia en la formación disciplinar y profesional relativa a la intervención social, a lo largo de la historia del siglo XX se puede mencionar a las teorías higienistas, la teoría estructural funcionalista, el movimiento -teorías y concepciones- liberacionista, la tendencia tecnocrática neoliberal, el enfoque de derechos humanos, las teorías feministas. El siglo XXI nos reafirma desafíos que la historia del pensamiento emancipatorio con sus particulares expresiones epocales nos ha mostrado: volver potencia lo que prioritariamente ha sido considerado rasgos de subalternidad. Las perspectivas anticapitalistas, antipatriarcales, antiimperialistas y decoloniales en las que abrevamos constituyen el marco que nos orienta.
La intervención social profesional se juega en la intersección de tres esferas o subcampos y de tres planos de análisis. La esfera de la cotidianeidad donde se resuelve la reproducción social, en el en ámbito de la vida privada y su frontera con la vida pública. De lo que se trata en este campo es de prestar atención al sinnúmero de experiencias cotidianas: organizados/as o solitarios/as, apelando a canales institucionales o renegando de ellos, con estrategias reproductoras del statu quo o rebelándose contra ellas, en contextos propiciatorios para la escucha o para la profundización de la exclusión; en y desde esas experiencias cotidianas se subsiste y se resiste. La esfera de la construcción (gestación y diseño) de las políticas sociales, en tanto producto de los procesos de lucha y politización de las necesidades que los sectores subalternos llevan adelante irrumpiendo en la escena pública y cuestionando lo instituido. El concepto de necesidades como eje de un cuerpo conceptual que parte de reconocer el carácter social y político de las necesidades, lejos de las concepciones positivistas o estructurales- funcionalistas que resultaban en enfoques individualistas o pragmáticas de su abordaje. La acción rebelde o conformista de los sectores subalternos es definitoria en los procesos de lucha por las necesidades, en tanto confrontan e interpelan los límites de lo “posible”: del aparato estatal y sus políticas, de los derechos a los cuales se pretende acceder, de las acciones colectivas que se encaran. La esfera de la implementación de las políticas sociales y sus impactos en los sujetos. El campo de estudios de las políticas sociales desde la perspectiva de la implementación reconoce a la misma como actos, prácticas y rutinas que recrean y crean política pública. Ello nos permite abordar la complejidad de los procesos institucionales que se suceden entre el diseño y la evaluación, tanto como la diversidad de niveles y dispositivos de las estrategias de intervención donde se conjugan entramados de procesos de gestión, educativos, comunicativos y vinculares.
Los planos de análisis de la intervención social nos ubican en el movimiento permanente de lo general, lo particular y lo singular. Cada sujeto singular vive y significa sus necesidades situadas en relación a sus trayectorias de vida y desde allí construye estrategias para su resolución. Esa singularidad – cada demanda, cada escenario-, clave de la intervención social, no puede ser comprendida si no se sitúa además en la particularidad de un colectivo del cual forma parte ese sujeto y sus condiciones de vida, y de una dimensión general, que nos remite a las condiciones de cada época y sus coordenadas témporo-espaciales.
Estas tres esferas y estos tres planos definen la intervención social profesional: es desde estas claves analíticas que nos proponemos para pensar sus particularidades en contextos de emergencia/pandemia.
EJES para abordar las particularidades de la Intervención Social profesional en contextos de emergencia/pandemia.
- Políticas
- Pensar situado
- Estrategias pluriversales
- Luchas y resistencias
- Sujetos