Volver a Jóvenes en cuarentena
Por Josemir Toledo Fernández*
Zygmunt Bauman propuso los conceptos de modernidad líquida, vida líquida o amor líquido para definir y analizar la vida y la sociedad pre-cuarentena: un mundo imprevisible, precario, provisional, “lo que se vive hoy, y mañana vemos”. En contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio estos conceptos se ven aún más en evidencia. Nadie sabe qué va a pasar mañana, pasado, ni la semana que viene: pero la vida sigue pasando.
En 2019, Micaela** comenzó a proyectar su 2020; pues solo le quedaba una materia para recibirse de Diseño Industrial , por ende tenía mucho tiempo libre y le pareció un buen plan armar un currículum y enviarlo a lugares donde buscaban diseñadoras/es. Tiempo después, la llamaron de una agencia de arquitectura publicitaria, y a la semana la tomaron. La emoción de que los planes, aparentan, comenzar a encaminarse.
La convocaron un miércoles, las condiciones de trabajo no fueron claras desde un principio. En negro, claro. Y jamás con alguna intención de blanquearla en algún momento. No obstante, no es este tema el que nos compete. Arrancó a trabajar en febrero, y fue el 19 de marzo, cuando el presidente Alberto Fernández decreta el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Bueno, si, a veces los planes empiezan a dejar de encaminarse.
Sucede que durante estos tiempos, los trabajos de las áreas comerciales de las empresas no funcionan al 100%, ¿quién va a querer imprimir una gráfica gigante para poner en el medio de la ruta, si nadie viaja, si nadie la va a ver? Fue así entonces, que el 8 de abril el jefe de Mica, al mediodía, la llama para decirle que quedaba “momentáneamente suspendida, sin goce de sueldo, hasta que se reactive el movimiento en la empresa”. “No te vuelvas loca”, le dijo. ¿Cómo querés que no se vuelva loca?
Todos, todas, todes sabemos que perder un trabajo es algo para volverse loco, loca, loque… Una mezcla de sensaciones bastante intensas: enojo, tristeza, desazón, y ya sabe cada uno y cada una qué es lo que se puede sentir cuando se pierde algo que se ansía y se esperó durante tanto tiempo. Culpa de esto, la casa de Mica cuenta con un ingreso menos, pues ella hacía un aporte a la economía familiar con su sueldo. Vive con su mamá y su hermana que cursa el secundario, y su sueldo ayudaba a llegar a fin de mes sin la necesidad de “andar raspando la olla”. Y como para coronar la situación, tuvo que dejar de alquilar el departamento que alquilaba en Córdoba Capital para poder cursar sus estudios cerca de su Facultad. Imprevisible, precario… ¿Cómo no nos vamos a volver locos?
Así como le pasó a Micaela, sabemos de la existencia de cientos de jóvenes más a lo largo y ancho de nuestra provincia que se vieron afectadas/os/es laboral y económicamente por el aislamiento: padres y madres sin trabajo, suspensión de programas de empleo, suspensión de actividades tal cual la experiencia de Mica, entre otras situaciones.
¿En qué se transformarán los planes de Mica, una vez que se termine el aislamiento? ¿Y los de los demás jóvenes? ¿Qué va a pasar son sus aspiraciones, sus proyectos? ¿Podrán acomodarse fácilmente después de todo esto? Una vez más, nadie sabe qué va a pasar mañana, pasado, ni la semana que viene: pero la vida sigue pasando.
* Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Ayudante alumno en el proyecto de investigación “Jóvenes, educación, trabajo y participación: Estrategias y circuitos de acceso que los jóvenes de sectores populares despliegan en contextos y tiempos de restricciones”.
**Los nombres utilizados son ficcionales.
***Imagen extraída de: http://radiobuap.com/2018/06/la-vida-liquida-de-un-mundo-a-prisa/