Por Agustín Alfredo Heredia 1
La cuidad que quiero se me vuelve casi imposible de imaginar… Esta Córdoba exclusiva y excluyente, limitante, fragmentante y privante está a su vez privada por sí misma, auto fragmentada, autolimitada y autoexcluida de ser ciudad. Riega y abona a diario su carácter de no ciudad, replicando, profundizando y/o generando las desigualdades e injusticias con que por ello flagela su lastimado cuerpo. Vehículo y dispositivo de opresión y vulneración y por eso presa vulnerada y oprimida también.
La ciudad que quiero no es una ciudad que presta atención a los conflictos por desigualdades e injusticias cuando éstos explotan, mas no antes… Veo a Córdoba jugar el perverso juego de ataque a la dignidad que va sopesando cuándo avanzar, cuándo frenar y cuándo volver a ajustar. Como si atendiera los conflictos sólo cuando la tolerancia pasa de lo aceptable a lo insostenible. Más aún, cuando el atropello a la dignidad encarna en re-acciones que realmente amenazan la realidad desigual que la misma Córdoba genera y muy celosamente vigila.
El probado impacto socialmente diferenciado del covid19 por caso, podrá dar acceso a la arena pública de los procesos de vulneración, opresión y alambrados socioeconómicos en clave urbanística en Córdoba, pero difícilmente para modificar estructuralmente las condiciones concretas y materiales de vida en sus barrios vulnerados (deberíamos dejar de hablar de grupos o sectores “vulnerables”, como si la vulnerabilidad no fuera consecuencia de procesos de vulneración sistemáticos). Apostaría 100 a 1 que al bajar el problema del ring, no se genera más que un sismo reacomodativo de la desigualdad imperante, como podría ser proveer agua potable y una presencia sanitaria permanente en el foco de contagios, como fue el caso de la Villa 31 en CABA, dejando que las villas y los procesos sociales que las generan sigan su marcha.
Probablemente la extensión de esta la pandemia, con su impacto en lo sanitario y/o en lo económico, termine poniendo muchas más desigualdades en el lugar de lo insostenible y así provocar reacciones y conflictos como los que están teniendo lugar en muchas ciudades. Probablemente también abra a nuevos motivos de discriminación hacia los sectores vulnerados, a los que probablemente también se les temerá por ser portadores del virus.
Veo escasas condiciones de posibilidad para la Córdoba que quiero y esto nubla mi capacidad es poder ver más allá del deseo inmediato y urgente de deconstruirla totalmente… Deseo de sacar uno a uno cada ladrillo, sacar hasta los cimientos todos, archivar los planos de urbanización en un museo y devolver lo deforestado e incendiado a su momento previo y, cuando no queden ni las cenizas de la Córdoba actual, quizás allí pueda imaginar la Córdoba que yo quiero, siendo siempre yo también nosotros, siendo siempre Córdoba, tanto yo como nosotros.
Acá va el dibujo que hice con mis hijas Matilda y Manuela que podría llamarse “Las sombras de las luces”, aunque mi celu tiene menos claridad que mis ojos y el de la cámara de fotos pesa mucho….!
1 Estudiante de la carrera de Licenciatura en Sociologìa de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC