El abismo social detrás de cada muro

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Por Lina Heredia Mamani1

La siguiente imagen me hace imaginar un mundo totalmente diferente a éste. Donde no existen muros de concretos que separan espacios, realidades, costumbres, valores, cultura, entre otros. Una ciudad donde detrás de cada muro, si los hubiese, los actores son protagonistas de configurar y reconfigurar su espacio, su lugar, su hábitat, su hogar. Una sociedad donde no existen las necesidades, donde cada familia tiene sus comodidades, cada integrante tiene su habitación, comedor, baño, un patio donde los niños pueden jugar. Esta comunidad utópica tiene una infraestructura edilicia planificada, donde cada uno de sus habitantes tiene su vivienda, servicios básicos (luz, agua, recolección de residuos, cloacas, gas, calles asfaltadas, entre otros), tienen seguridad, acceso a la educación, salud, tienen un trabajo, espacios recreativos, entre otros. No tienen ninguna de sus necesidades básicas insatisfechas, los niños comen frutas verduras, carne, alimentos de calidad; los ancianos tienen acceso a todos los alimentos y medicación, se encuentran sanos.

Los ciudadanos de esta ciudad no tiene miedo en la noche, ni en el día porque todas las calles están asfaltadas, hay iluminación, no hay basurales a cielo abierto que obstruyan el libre tránsito ante alguna eventualidad. El patrullero puede transitar por las calles, las ambulancias pueden transitar ante una emergencia, los bomberos pueden ingresar a cada barrio sin ninguna dificultad. En este sentido, los ciudadanos se encuentran protegidos por el estado, porque no temen a que una pequeña lluvia inunde a toda la comunidad y por ello les impida no poder salir del barrio a trabajar y los niños concurrir a la escuela.

En referencia, al trabajo los actores detrás del muro tienen un trabajo formal, tienen seguro de vida, aporte de la jubilación, obra social, asignaciones familiares, salarios dignos, entre otros. Los obreros no temen trabajar en los edificios porque cuentan con todos los elementos de seguridad (casco, arnés de seguridad); los recolectores de cartones o “cartoneros”, se sienten dignos del trabajo que realizan, porque saben que contribuyen en la disminución de la contaminación de nuestra ciudad, nuestro espacio. Además, su trabajo es reconocido por el resto de la comunidad. En relación a éste último las trabajadoras de casa de familia o “empleadas domésticas”, no tiene miedo de ir a trabajar y dejar a sus hijos, porque ellos se encuentran en las guarderías, escuelas, cuidados y protegidos por el personal del Estado. Sus salarios son dignos y no tienen que trabajar todo el día, tienen trabajo formal con todos sus derechos, porque el Estado es quién garantiza que se cumplan esos derechos y quien no las cumpla el Estado es quien impulsa fuertes sanciones además de ser repudiado por el resto de la comunidad ante un abuso.

1 Estudiante de la carrera de Licenciatura en Sociologìa de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC.